Señor director:
La fe es la razón de ser de la existencia del hombre y la mujer, ya que sin ella nada sería su vida, lo que le llama a tener como piedra angular, luz y guía al ser por el cual se explica su existencias en este mundo.
La fe es creer en lo que no se puede ver. Es guardar calma cuando todo es turbulento. Es oír lo imperceptible y ver lo invisible; creer lo increíble y recibir lo imposible. Tener fe no es creer simplemente que Dios puede hacer algo, sino que lo hará. Es confiar en la Palabra de Dios y no en lo que te dicen tus sentidos. La fe se edifica con el profundo amor a Dios.
La historia, no sólo cristiana, sino también pagana, da testimonio de que Jesucristo realmente existió. Es de coherencia humana aceptar los hechos históricos. El seguir la doctrina y el mensaje de Jesús ya requiere, por una parte, fe y, por otra, voluntad de aceptación; depende de cada uno, de manera individual, el querer aceptarlo o no; todos tenemos la libertad de elegir si creer o no creer.
¿Por qué creo? Creo porque cada día y desde el mismo momento en que vine al mundo, siento en mí y en todo lo que quiero y me rodea, la existencia de un supremo, que es el Altísimo Señor Dios, del cual he sentido su presencia viva, por los frutos, bendiciones y fortalezas que he palpado, sentido y vivido en mí, mi núcleo familiar y el entorno en el que he crecido, desarrollado y convivido.
Sin creer no tendríamos razón de ser, no tendríamos una explicación de qué somos y de dónde venimos; seríamos simplemente seres carentes de sabiduría y objetivos, contrario a los que procuran palpar y sentir, convencidos que han sido creados por un ser superior que les llena de sabiduría, energía y fuerza para soportar la fragilidad humana y seguir adelante con un rumbo superior que les llevará a la cima, que es la vida eterna, anunciada por nuestro Mesías y redentor: Jesucristo.
La existencia de ateos nos manifiesta que hay hombres que pueden vivir sin creer en Dios pero sin tener metas y propósitos que justifiquen su existencia y que les llenen de alegría y esperanza. Esto nos enseña que la afirmación de Dios no se puede imponer. Cada hombre es libre de creer, o no creer; depende simplemente de lo que cada uno sienta.
Las no creencias nos llevan a la amargura, al agobio y a la frustración por no tener explicación y rumbo nuestras vidas. Sin creer jamás podremos renovar y transportarnos; sin ellas perdemos la esperanza, sin ellas nos sumergimos en un laberinto oscuro y sin salida, sin ellas nos forjamos una vida y un mundo limitado. En fin, la falta de fe es el mayor sin sentido y acto de irracionalidad que puede cometer el hombre, sin fe en nuestra vida hasta en nuestros mínimos proyectos carecemos de punto de partida y de propósitos que justifiquen la presencia en este mundo de cada uno de nosotros, los seres humanos.
No se puede vivir sin ningún tipo de fe, por ser la misma soporte de real confianza, confidencia y esperanza; además de que la moral cristiana y la fe que muchos seguimos, construye tu ser y le suma a tu vida, te hace mejor persona y te proporciona felicidad. El creer en Dios es decisión de cada persona, pero si miras a tu alrededor verás que los que con fervor creen en El son quienes obtienen una felicidad fecunda y perenne al estar impregnados y ungidos por la alegría y el amor infinito.
Atentamente,
sócrates Andrés Peña Reyes