CARTAS AL DIRECTOR
Vejaciones

CARTAS AL DIRECTOR <BR>Vejaciones

Señor director:
A veces prometo no escribir, porque quienes están arriba no hacen caso a nadie, pero por sensibilidad social violo la promesa y poco caso hago a quienes me aconseja no hacerlo, porque puedo aparecer con la boca llena de moscas. Siempre agradeceré los consejos, pero callar por miedo no cabe en mi cabezota, máxime en estos tiempos que hay tanta gente mintiendo y haciendo maldad.

Sé que diferir con algunos es un gran riesgo y puedo dar fiel testimonio, porque tengo mucho enemigos, por hacer criticas duras pero constructivas a favor de la educación, único eslabón que nos sacará del atraso y disminuirá los males que nos acogotan. Siempre trato de aportar un granito de arena, este junto al que aportan otros puede constituirse en un montón, que sirva para hacer una zapata ética y moral de Hormigón Armado, a fin de evitar el derrumbe de esta sociedad.

Todo el mundo sabe el desorden de algunas instituciones pésimamente dirigidas, pues los funcionarios no están en lo que deben estar y su actuación más destacada es armar líos, porque no es lo mismo ser politiquero que un servidor público idóneo. Lo triste de ese caso es la facilidad con que mienten, como si ignoraran: «que quienes suben por los peldaños de la mentira, bajan por la fuerza de la verdad». Cuando los problemas salen a la luz pública hacen tremenda alharaca, pero luego vienen los «normales» acuerdos de aposentos, que obvian las sanciones sin las cuales no hay corrección de ningún mal.

Hay un ejemplo reciente que taladra el alma y que se multiplicó porque eligieron un chivo expiatorio y no sancionaron a los demás, por eso siguieron en sus menesteres endemoniados, vejando sexualmente a los niños y niñas del albergue «La Ciudad de los Niños San Francisco Javier», en San Rafael del Yuma y muchísimo duele la actitud de la Iglesia Católica, más empeñada en lavarse las manos como Pilato, que en que se aclare ese hecho monstruoso caiga quien caiga. Le guste o no la iglesia falló, porque cuando surgió el primer escándalo debió ocupar el albergue, tomar las previsiones de lugar, supervisar y dar seguimiento era su obligación. Si así lo hubieran hecho los «mesiánicos» que ahora no quieren criticas; hoy no estuviéramos avergonzados, por la multiplicación de ese hecho monstruoso, horroroso y asqueroso.

Los salesianos de Higüey tienen que saber que son discípulos de Don Bosco, un santo que dijo Francisco Dalmazo: podía haber hecho suyas las palabras de Jesucristo: «dejad que los niños vengan a mi», porque le entregó toda su vida y todo lo sacrificó por ellos. Si resucitara arañaría a esos salesianos por descuidar a criaturas predilectas de Jesús. La comunidad debe revisarse, porque ese «drama horrendo» era un secreto a voces y no se como dormían tranquilos. No hay calificativo para endilgarles a quienes no defendieron a esos niños y niñas y los dejaron a merced de la perversidad de los aberrados sexuales, una caterva por lo visto y oído. A los comunicadores que callaron por miedo le digo: eligieron la carrera equivocada y deben estudiar otra.

Muchísimo esperamos que este caso no quede impune, estaremos vigilantes y hostigaremos para que no lo arropen con el manto de la impunidad, como se acostumbra. Ya está bueno de excusas baladíes, esta sociedad urge que caigan de los altares quienes usan camuflajes de santos, a pesar de sus actuaciones endemoniadas.

Atentamente,

Lic. Teresa Gómez

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Derechos

Señor director:

Los derechos económicos, sociales y culturales constituyen la parte de los derechos humanos que se refiere al trato equitativo que debe recibir la persona humana en toda sociedad organizada sobre la base de la justicia.

En fecha 16 de diciembre del año 1966 fue elaborado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales, el cual se convirtió en ley interna de la República Dominicana al ser aprobado por el congreso Nacional y promulgado por el Poder Ejecutivo el día 14 de noviembre del año 1977.

Conforme al artículo 7 del referido convenio, «los Estados partes en el presente pacto reconocen el derecho de toda persona al goce de condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias que le aseguren en especial: a) una remuneración que proporcione como mínimo a todos los trabajadores ii) condiciones de existencia dignas para ellos y para sus familias…»

Lo preceptuado en el pacto de derechos humanos citado, del cual el país es signatario, quiere decir que es deber y obligación moral del Estado Dominicano establecer salarios justos para todos los trabajadores (as), calificados y no calificados, civiles y militares, que les aseguren a ellos y a sus familiares condiciones materiales de existencia acorde con la dignidad humana.

En la actualidad en la República Dominicana rigen salarios para la mayoría de los trabajadores de los sectores públicos y privados y del tercer sector de la economía (las organizaciones no gubernamentales) sumamente bajos, que no constituyen una remuneración adecuada a la fuerza de trabajo.

Sería bueno que quienes desempeñan funciones jerárquicas elevadas en el Estado y en el empresariado de la República Dominicana, expresaran qué opinan de las prescripciones de pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales que establece la necesidad de que el Estado fije salarios decentes para todos los trabajadores del país, de modo que éstos y sus familiares puedan disfrutar de un nivel de vida adecuado.

Al ser la República Dominicana signataria de pacto de derechos económicos, sociales y culturales y al ser dicho convenio parte trascendental de los derechos humanos vigentes formalmente en nuestro ordenamiento jurídico, se hace urgente su cabal cumplimiento para la existencia de un auténtico Estado de Derecho en nuestro país.

Atentamente,

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