CARTAS AL DIRECTOR
De Chan Aquino

CARTAS AL DIRECTOR<BR>De Chan Aquino

Señor director:
En la ya clásica columna «Coctelera», edición 23 de agosto en curso, de Hoy, Maginito se hace una pregunta a la que me complace dar contestación. Por lo que te ruego se la hagas llegar.

Mi buen amigo, Francisco Hernández Alvarez, cariñosamente Frank, uno de los más finos cirujanos de todos los tiempos en nuestro país, fue el primero en realizar cirugía a corazón cerrado en el Hospital Juan Pablo Pina, de San Cristóbal, en el año 1949.

Para esa época aún no se había creado la cirugía a corazón abierto. Nunca me quiso decir por qué se detuvo cuando se iniciaba esta nueva importante y valiosa modalidad, dato que yo necesitaba para completar su historia.

La primera cirugía a corazón abierto en el país fue llevada a cabo por el Doctor Henry T. Nichols, en el Hospital Salvador B. Gautier, en febrero de 1961, en uno de los famosos simposios que organizaba el profesor Félix Goico.

Nichols procedía del Hehnemann Medical College and Hospital, de Filadelfia, el más importante de la época porque en ese centro fue, precisamente, en donde se inició, definitivamente, la cirugía de corazón.

Esa cirugía en el Gautier fue televisada por Radio Televisión Dominicana.

Creo que fue la primera vez que ésto aconteció. Yo fui el relator.

Nichols fue mi maestro durante mi entrenamiento en Hahnemann los dos primeros años. El tercero lo cursé en el Instituto de Cardiologié de Montrèal, en Canadá.

A mi regreso organicé el Instituto del Corazón en la Clínica Chan Aquino y, ciertamente, como dijo el afable amigo Aliro Paulino, ahí se inició, con carácter definitivo, la cirugía a corazón abierto con manos dominicanas. Posteriormente organicé, por concurso, el Servicio de Cirugía Cardiovascular del Hospital Salvador B. Gautier, del cual fui jefe por varios años. En mi deseo de que este tipo de cirugía, tan costosa, se extendiera a todo el país, organicé otro servicio en el Hospital José María Cabral y Báez, en Santiago, con el apoyo del doctor Frank Joseph Thomén, a la sazón, director de ese centro. Es pues, certísimo el aserto del bien documentado Aliro Paulino.

El centro a que te refieres, situado frente al Cuerpo de Bomberos, era la Clínica del doctor Rogelio Mañón, en donde ejercía uno de los tres más populares gineco-obstetras de la época, el doctor Guillermo Maggiolo. Los otros dos éramos Cosme Gómez Patiño y yo, cada quien en su respectiva clínica. Realicé unos seis mil partos durante esa parte de mi ejercicio profesional. En mis manos vinieron al mundo los hijos de los generales Wessin y Wessin, Enrique Pérez y Pérez, los primeros de Guaroa Liranzo y el primero del coronel Caamaño. Otro de mis «hijos» lo es el famoso director sinfónico, José Antonio Molina. Yo era, además, cirujano general. De ahí mi relación con los profesores Arturo Damirón Ricart, mi maestro en cirugía general, Félix Goico, Alejandro Capellán y Frank Hernández. Ser cirujano general es un requisito para el entrenamiento en cirugía cardiovascular en los Estados Unidos.

Te agradezco el honor que me concedes al tomarme en cuenta en tu valiosa columna.

Atentamente,
Angel S. Chan Aquino

——-

Con asombro

Señor director:
Con asombro leo en el matutino Hoy el 18.08 del 2004, bajo la firma del redactor Evaristo Rubens, una crónica de la asunción del cargo de director del INDRHI por el ingeniero Frank Rodríguez.

Otra crónica semejante del mismo acto pero más detallada, se lee en el «Listín Diario» del 19.08 del 2004 en la sección D.

En ambas crónicas se refiere que el ingeniero Rodríguez declaró que «a todo el que trabaje en el INDRHI sólo le voy a exigir lealtad al Presidente de la República, lealtad al Partido de la Liberación Dominicana y lealtad al director ejecutivo». Le dirijo estas líneas porque estoy más que asombrado, y creo que desde la desaparición del régimen trujillista no se había repetido un caso como éste, debido a que el ingeniero Rodríguez le pide a los empleados lealtad a una persona física y a una organización partidista. Lo que me intranquiliza es que se sobre entiende lo que podría ocurrirles a los empleados del INDRHI que no sean leales (¿leales en cuál cosa?) al Presidente de la República y al Partido en el Gobierno ¿Pueden los empleados y técnicos del INDRHI realizar sus deberes sin ser leales al Presidente de la República y al Partido del Gobierno? ¿Es esa amenaza velada compatible con la Constitución de la República? ¿Está reñida con el Artículo ocho (8) de ésta que consagra la libertad de conciencia, de credos y de convicciones personales de índole política, religiosa, filosófica? ¿O es que en las últimas modificaciones a la constitución se eliminaron esos preceptos?

Saludos de Mario Bonetti

Publicaciones Relacionadas

Más leídas