CARTAS AL DIRECTOR
El PRD y su futuro

CARTAS AL DIRECTOR<BR>El PRD y su futuro

Señor director:
Es con pesar y esperanza que escribo estas líneas acerca del futuro del Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Con pesar por las oportunidades perdidas, por la derrota electoral y por la división que nos asecha. Con esperanza por la certeza que me da saber que el germen de retomar nuestra formación ideológica comienza a aceptarse en medio de una derrota que nos exige autocrítica y reflexión. Quienes asumen este momento histórico del PRD como uno de retaliación se equivocan y obvian sus propios yerros. La agresión y pretendida expulsión efectuada por la cúpula del PPH en contra de Hatuey De Camps es una aberración. Este líder asumió un papel coherente. Un papel que hoy reconoce con justicia gran parte de la sociedad dominicana. Nadie que precie su objetividad debe obviar la realidad de que la oposición a la reelección presidencial es parte de la historia de este partido. Hasta los que no ven la no reelección como bandera del perredeísmo, cuando menos deberán saber que lo fue en repetidas ocasiones y que no existe ni un solo acto institucional que desmienta o modifique esa practica. Razones estas que niegan la virtud de cualquier esfuerzo que pretenda agredir a quien solo defendió la historia, mística y la esencia de un partido. Algunos funcionarios del gobierno 2000-2004 pretendieron supeditarlo todo en nuestra organización política al mantenimiento del poder. De esa forma ejerciendo una presión cruel en nuestras bases, al obligarlas a pensar con sus necesidades. Ese clientelismo político voraz, sustituyo el debate de tendencias y el debate de ideas. De lado quedaron nuestros objetivos, de lado quedaron los principios y de lado quedó la memoria de José Francisco Peña Gómez. El poder debe mantenerse en base a programas claros y a compromisos asumidos. El poder como fin en si mismo es un crimen que destruye a sus propulsores, pero al mismo tiempo arremete sin misericordia en contra de su victimas. Al PRD que fuera tan martirizado por los abusos del poder no le lució un pragmatismo desmedido. Si renegamos de nuestra historia, minamos nuestros fundamentos y con ello cavamos nuestra tumba.

Es normal que ahora pasado el certamen electoral afloren las pasiones, es normal que se utilicen excusas de último minuto para equiparar malquerencias del pasado y para eludir responsabilidades. Todo eso es parte de la lucha política. Ahora bien, las generaciones emergentes de este buque insignia de la democracia dominicana no nos podemos dejar confundir. Existe una realidad y es que el pueblo dominicano nos ha sancionado. Sancionó nuestra obra de gobierno y nuestro accionar partidario. La culpa de esa sanción no pueden atribuirla facciones en pugna, eso debe hacerlo la historia con el sabio consejero que es el tiempo. Lo que si es prudente acometer, propugnar y defender es la unidad del PRD. Una unidad basada en nuestros puntos en comunes. ¿Y que puntos en comunes tenemos? Tenemos muchos, tenemos la lucha antitrujillista, tenemos la lucha contra el continuismo balaguerista, tenemos la institucionalidad del país, tenemos el marco ideológico de la socialdemocracia y tenemos la posibilidad de garantizarle a gobernabilidad a nuestros rivales. A todos estos puntos en comunes debemos agregarle la cantera de líderes que poseemos tanto los que han surgido intachables de este proceso, como un grupo de nuevo cuño que han aflorado a lo interno del PRD. Y que con su desarrollo testimonian la apertura del partido a nuevas ideas y a sus lazos con la sociedad que se levanta en busca de la modernidad.

Es cierto que adolecemos de muchas reformas, estas no pueden emprenderse en medio de rebatiñas. Deben acometerse en un proceso donde todos los puntos de vistas sean propuestos y que nuestra membresía decida el rumbo que debemos llevar y quienes deben tomar la delantera. Al salir del gobierno nuestra estructura no recibirá más las tentaciones del poder. Ahora que todos caminamos en la misma pista donde se avanza no solo por el calor especifico de algún dirigente o cargo, sino que más que nunca importa la fuerza de las ideas y del merito de una trayectoria. Sin embargo antes de realizar cualquier tarea debemos admitir, comprender y defender la idea de que: ¡El PRD no es de ningún grupo en particular sino que es de todos los dominicanos de buena voluntad!

Atentamente,
Eduardo Sanz Lovatón

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