CARTAS AL DIRECTOR
EL TLC

CARTAS AL DIRECTOR<BR>EL TLC

Señor director:
Quién recuerda la Revolución Francesa con la toma de la Bastilla, cuando solamente comían los reyes, los duques, los condes y todos los favoritos del rey, y pena de la vida aquel campesino que sacrificaba un ciervo o cualquier animal que por estar pastando en áreas de sus castillos y que la gente del pueblo por supervivencia, se veían en la necesidad de sacrificar un animal, si era atrapado era rápidamente juzgado y condenado a la horca. Cuando el pueblo se vio acorralado por las injusticias, la barbarie y el hambre se convertía en un torrente desvastador.

La historia está llena de ejemplos, no en época tan lejanas. En nuestros tiempos actuales se pisotea al pueblo y los que más pueden parece que en su afán de lucro tratan de borrar esos episodios.

Esta introducción es para referirme al Tratado de Libre Comercio, que ha despertado el mercurialismo, un afán desmedido por hacer dinero, caiga quien caiga, es decir, debemos ganar más dinero, aunque vaya en detrimento del pueblo. Un ejemplo de ello es que una gran parte de los importadores de medicamentos y fabricantes se han dedicado a comprar las cadenas de farmacias ¿Cuál es el beneficio que obtendrían? Sencillamente se ha calculado que un producto médico les deja de beneficio un 60% más el 30% que por ley ganan los farmacéuticos. El resultado final sería que las pequeñas farmacias estarían condenadas a la extinción y esa es la finalidad, para que solamente ellos sean los que usufructúen el poder económico. Ya no se podrán enviar pacientes con tratamiento de 20 a días y un año u otros que necesitan tratamiento hormonal o de reposición de masa o sea, como en la osteoporosis, éstos tendrán que sufrir el deterioro de su enfermedad.

Yo, como médico gineco-obstetra me veía en la obligación, previo acuerdo con el laboratorio, de que le iban a vender los medicamentos con un 30% menos; haciendo la salvedad de que los laboratorio solo vendían 5 a 10 cajas.

Bienaventurados los pobres, porque ellos serán saciados, dijo el Rabbí de Galilea en el Sermón de la Montaña. Mientras el hijo de Dios Hombre estuvo en la Tierra, un día, mientras estaba predicando, recordó sutilmente, «y recuerden que mi Padre vendrá un día y les preguntará qué han hecho con todos los regalos que les ha dado». Finalmente quiero hacer alusión a Saqueo, quien era de poca estatura, de tal modo que subió a un árbol y en medio de la gran multitud, que seguía a Cristo, le llamó y le dijo «Buen Maestro, ¿qué debo hacer para lograr la vida eterna? Cristo le contesta, ‘Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres y tendrás el reino de Dios asegurado’. A lo que él contestó: ‘Pero todo lo que tengo lo he heredado de mis progenitores y yo continúo trabajando arduamente’, y así como vino se fue alejando, a lo que Jesucristo dijo lo siguiente dirigiéndose a los Apóstoles: «Más fácil entra un camello por la puerta de una aguja, que un rico entrar a los Cielos… Los que tengan oídos para oír, que escuchen, los que tengan ojos para ver, que vean.

Atentamente,
José Manuel Guzmán Rodríguez

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Luperón

Señor director:
El pasado 21 de mayo se celebró el 108 aniversario del fallecimiento de uno de los guerreros más puros y bravíos que tuvo nuestro país: el general Gregorio Luperón, hombre de letras y armas, que en el momento histórico que le correspondió vivir aceptó luchar a favor de la soberanía de nuestra nación.

Luperón, al igual que nuestros padres fundadores, no vaciló en tomar las armas y defender el país de la infame decisión que había tomado el general Pedro Santana, cuando anexó nuestra república a España.

Aunque fue de origen muy humilde, el general Luperón demostró su regia personalidad y carisma cuando a la edad de 24 años se integró de manera decidida a los grupos que luchaban por devolverle a nuestra nación la soberanía perdida.

Durante dos años, Luperón y un valiente grupo de patriotas lucharon arduamente contra los españoles y los dominicanos que apoyaban la anexión a España. Su éxito se vio coronado, cuando los españoles abandonaron nuestro país en 1865.

Con su desinteresada lucha, el general Luperón reivindicó el lema de nuestros patricios de que República Dominicana debe ser una nación libre e independiente de toda dominación extranjera.

Además de ser un brillante militar, el general Luperón fue uno de los pocos gobernantes que impulsó la educación, cuando asumió como suyo el proyecto que le presentó el insigne maestro de maestro Eugenio María de Hostos. Durante su gobierno, se inauguró la primera Escuela Normal de Santo Domingo.

Agobiado por una incurable enfermedad y luego de combatir contra el gobierno de Ulises Heureaux (Lilis), el general Gregorio Luperón falleció a los 58 años de edad, en su natal Puerto Plata.

Es nuestro deseo que las nuevas generaciones conozcan a los hombres y mujeres, que al igual que Luperón, entregaron su vida y sus posesiones para el beneficio de los más sanos intereses de nuestra República Dominicana, principalmente en estos momentos en que grandes y graves males sociales afectan a nuestra juventud y amenazan con corroer nuestros valores.

Atentamente,
Juan Avila Abréu

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