CARTAS AL DIRECTOR
Fernández, Powell y el FMI

CARTAS AL DIRECTOR<BR>Fernández, Powell y el FMI

Señor director:
La prensa nacional divulgó la noticia de que en la reciente visita a Panamá del Presidente Leonel Fernández, este se reunió con el secretario de Estado de los Estados Unidos, señor Colin Powell, quien, según Fernández, le pidió que nuestro país suscribiera el suspendido acuerdo con el FMI, originalmente suscrito en agosto del 2003 por Hipólito Mejía.

El tema es cuestionable desde varios puntos de vista. En primer término, resultaría importante saber quien solicitó la entrevista, si nuestro Presidente o el secretario de Estado. Se me hace difícil creer que la iniciativa haya sido de Powell y menos aún, que su internes sea que firmemos un acuerdo con el FMI. Si la iniciativa hubiese sido de Powell, su interés sería posiblemente, que nuestro gobierno hiciere alguna diablura inconstitucional que ayudara a mejorar la deteriorada imagen de Bush antes de las elecciones de noviembre como sería tal vez, enviar de nuevo tropas a Irak. Recordemos, que por retirarlas, castigaron a Hipólito que hasta ese evento, fue su servidor incondicional, gozando de su apoyo total.

La suscripción de un acuerdo con el FMI a quien parecería interesar sería al gobierno del doctor Leonel Fernández por razones que no están claras pues no aportaría recursos financieros suficientes para atender las urgentes necesidades de su gobierno. En cambio, impondría una camisa de fuerza, impidiendo soluciones soberanas y creativas. Un acuerdo con el FMI, aumentaría la inflación, profundizaría la recesión, conduciría a la dolarización, impediría declarar una moratoria en el pago de la deuda externa, abrumaría al pueblo con más impuestos y forzaría la venta de activos nacionales para pagar a los usureros internacionales. Todo esto, lanzaría la imagen del gobierno a un proceloso océano de desengaño, insatisfacción y hostilidad generalizada ¿A cambio de que? Tal vez, a cambio de desentenderse de la economía, dejándola en manos del FMI para librarse de responsabilidad. Sin embargo, ese pretexto sería fútil. Cuando empeore la crisis económica y la insatisfacción social, tal como va a ocurrir a corto plazo, si el gobierno sigue aplicando las políticas del FMI y afloren las revueltas, aumentando la criminalidad, la delincuencia y el vandalismo, caerá el turismo y una tras otra, las actividades económicas. ¿Qué hará entonces el gobierno?

El Presidente Fernández está peligrosamente equivocado y debería detenerse a reflexionar antes de sujetarse a las destructivas políticas del FMI. Debería preguntarse por que los Estados Unidos, con el mayor déficit comercial, fiscal y de balanza de pagos y con la mayor deuda externa del planeta tierra no pacta un acuerdo con el FMI, sometiéndose a su disciplina, y pidiendo, en cambio, a países débiles como el nuestro, que lo hagan.

Está terriblemente equivocado cuando considera al turismo como el «buque insignia» de la economía dominicana, cuando esa actividad, que disfruta de múltiples exoneraciones fiscales, deja fuera del país el 65% de las divisas que genera y ha sido incapaz de crear más de 60,000 empleos directos, pagando a sus empleados un promedio de 6,000 pesos mensuales. Mucho peor, cuando pretende que se deje sin protección al azúcar y demás productos básicos que serían destruidos por un acuerdo comercial sin ventajas con los Estados Unidos, lo cual acabaría con nuestra producción agropecuaria y agroindustrial que genera, sin exoneraciones ni subsidios que debería tener, más de un millón de empleos.

La delicada situación económica y social de la República demanda una dirección certera, sin margen para errores o todo acabaría en un desastre. Pienso, en vista de la errática trayectoria inicial del Presidente, que incluye aplastar al pueblo con más impuestos y aumentos del precio de la electricidad y al gas de cocinar en proceso y entregar al FMI la dirección de nuestra economía, que el Comité Político de su partido y el Consejo de gobierno, deberían reunirse y ponderar la situación, haciéndole las recomendaciones y rectificaciones que la prudencia aconseja. Aun hay tiempo.

Atentamente,
Pedro Manuel Casals Victoria

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