CARTAS AL DIRECTOR
¿Impuesto Contra pobreza?

CARTAS AL DIRECTOR<BR>¿Impuesto Contra pobreza?

Señor director:
En el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidos el pasado 20 de septiembre un grupo de presidentes liderados por los de Brasil y Francia presentaron una alternativa para la lucha mundial contra el hambre y la pobreza. Los señores Chirac y Lula hablaron de la posibilidad de un impuesto implementado a escala mundial para la lucha contra los focos de pobreza más extremos de la humanidad.

Esta iniciativa no es nueva. Ya en el año 2002 Lionel Jospin, entonces primer ministro francés, declaró que Francia trataría de convencer a sus socios europeos para aplicar un impuesto al movimiento de capital en el ámbito internacional y con los recursos generados financiar programas de desarrollo en economías necesitadas.

Antes de eso James Tobin, un economista norteamericano en 1972, habló de la necesidad de poner alguna regulación a los flujos de capitales entre particulares, al margen de las fronteras internacionales. Las recientes y descontroladas devaluaciones monetarias y consecuentes crisis económicas en Asia en 1997, en Rusia en 1998, en Brasil en 1999 y en Argentina en el 2001 tienen como común denominador la especulación descontrolada de la moneda. Esto deja a los más entusiastas de los economistas liberales de acuerdo en que debemos regular este flujo indiscriminado y peligroso de capitales. No sólo se perciben las voces de Francia y Brasil, sino que desde Bruselas sede de la Unión Europea, se habla de su bondad. Así también, se ha mostrado favorable a la causa el jefe de gobierno alemán.

A este debate puramente económico se le puede agregar uno de tipo político. El criterio generalizado de que la globalización no ha llenado las expectativas en los países que menos poder tienen para influenciarla. Por esta razón, tanto Alemania, Brasil, Francia y otros países punteros, han hablado de este impuesto que busque crear un fondo de desarrollo en los países pobres o de tercer mundo. Así señalando una alternativa a la práctica de fomentar deudas entre los países ricos y pobres que laceran el esfuerzo de superación de esas economías.

Lamentablemente, los supuestos beneficiarios de este «Impuesto Tobin» o como se le denomine, los países pobres, han estado en su mayoría ausentes de este debate. La República Dominicana debe sumarse al sector que promueve la iniciativa. Es esencial para el grupo de países que como el nuestro pudiera ser posibles beneficiarios de la iniciativa, trabajar y seguir la pista de Alemania, Brasil y Francia para llevar esta inquietud a la conciencia internacional. Debemos iniciar una ofensiva de comunicación con otros países en similares condiciones económicas. Y en todos los foros internacionales expresar nuestro apoyo a esta iniciativa. Esto requiere de un plan de política exterior que se llevar a cabo a largo plazo.

La aplicación de este impuesto está llena de interrogantes y ni hablar de su posible distribución. ¿Ante quién deberá ser pagado el impuesto y cómo será administrado? ¿Es sabio el precedente de crear un impuesto mundial? ¿No es esto peligroso en sí mismo? ¿No es un paso más al temido gobierno mundial?

Las respuestas a estas interrogantes son diversas y conflictivas y no creo que se presenten de manera definitiva por mucho tiempo. Sin embargo, al margen de los resultados finales de este debate, el debate, el debate mismo es ya una victoria para nosotros. Podríamos reiterar en los foros de más visibilidad la situación desigual de países como el nuestro ante los fenómenos de la globalización y el libre, comercio. Con el esfuerzo para que este debate se mantenga en el tapete internacional pudiéramos llegar a influenciar a los votantes de los países que podrían llevar a cabo esta iniciativa. De esta manera la más fuerte de las razones, la razón política, pondría a estos estados y sus gobiernos al frente de esta decisión.

Ojalá la República Dominicana, por medio de su política exterior, trabaje con otros países interesados en este debate para llevar a la conciencia de los países timones de la globalización, la realidad de que el éxito de esta y la paz del mundo están relacionadas de manera directa con la lucha contra la pobreza.

Atentamente,
Eduardo Sanz Lovatón.

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