CARTAS AL DIRECTOR
Kerry y el TLC

CARTAS AL DIRECTOR<BR>Kerry y el TLC

Señor director:
John Kerry, el candidato presidencial del partido demócrata de los Estados Unidos, medirá sus fuerzas el próximo 2 de noviembre con George Bush y su partido republicano, para determinar el próximo presidente de ese país. Para los fines de esta disertación analizaremos desde su perspectiva electoral el tema económico y de este el aspecto referente al libre comercio. El tratado de libre comercio que hace poco firmaron los gobiernos de la República Dominicana y de los Estados Unidos se enmarca dentro de una política agresiva que ha mantenido la administración Bush por ejecutar los planes para establecer en todo el continente un área de libre comercio (ALCA).

Es importante admitir que el libre comercio es una filosofía política aceptada por el establecimiento (clase política) de la nueva Roma. Eso explica que Bill Clinton, un demócrata, haya sido el que inició las reuniones para establecer los tratados que se firmaron con Canadá y México (NAFTA) y luego presentara la propuesta para todo el continente americano (ALCA). Y que luego el presidente George W. Bush, un republicano, sea quien firme con Centro América y con nosotros tratados similares, así como al mismo tiempo en su administración, persisten los esfuerzos frente a los países del MERCOSUR y en especial frente a Brasil para lograr implementar el ALCA.

El libre comercio es una política de Estado para los Estados Unidos. No obstante, las dos propuestas electorales tienen sus diferencias y estas pudieran repercutir en la aplicación de los tratados que como el nuestro han sido firmados, pero que no han sido ratificados por los congresos de los países firmantes. John Kerry está obligado por su base política a ser menos simpático con estos tratados. Tanto es así que el candidato vicepresidencial que acompaña a Kerry el también Senador John Edward mientras competía por la nominación presidencial de su partido en contra del mismo Kerry afirmó que de haber estado en el congreso cuando el presidente Clinton propuso la ratificación del NAFTA, el se hubiera opuesto a la misma. Debemos adicionarle a esto la realidad electoral de que una de las bases de apoyo fundamental del partido demócrata ha sido por tradición los sindicatos de trabajadores en todo el territorio norteamericano. Estos sindicatos con su inmenso poder de convocatoria y organización son el principal enemigo que tienen los propulsores del libre comercio. Estos representantes de los trabajadores alegan con vehemencia que el libre comercio significa la pérdida de empleos para sus afiliados. Un ejemplo latente de esta objeción de los sindicatos del norte son nuestras zonas francas, las cuales emplean personal en condiciones muy desfavorables en relación con los trabajadores norteamericanos.

Hasta hace poco el tema del libre comercio había soportado las andanadas en su contra por parte de los grupos de intereses opuestos al mismo, puesto que se argumentaba que esta era una evolución hacia el futuro y que estos empleos que se perdían serían sustituidos con empleos propios de la sociedad del conocimiento. Argumentos estos que recibían acogida en los tiempos de prosperidad económica de los años noventa que presidió Clinton, y que fue la misma época del optimismo general que generó el colapso del comunismo. El pueblo de Jefferson y Lincoln se sentía seguro de su filosofía de gobierno. Eso no es así hoy en día. Las cosas han cambiado con el auge del terrorismo y con el colapso económico que surgió a raíz del derrumbe del valor de las acciones de compañías portales de internet y los escándalos de corrupción empresarial. Ahora el ambiente es de incertidumbre y de aislamiento económico generado por el miedo a las masivas perdidas de empleos que se han producido a lo largo de Estados Unidos en los últimos cuatro años.

Lo anterior puede tener como consecuencia que el partido demócrata y su candidato influenciado por su base política, pudieran renegar de los tratados de libre comercio firmados por George Bush. Este viraje de actitud en los demócratas no se presentaría de manera simple, sino que se argumentarían otros factores, pero que tendrían la misma manera consecuencia: ¡No se podrán ejecutar los tratados y aún si se ejecutan, se harán de manera muy desigual y por tanto perjudicial para los países como el nuestro! Ningún político de renombre va a argumentar la eliminación del tratado, sino que se hablará como lo viene haciendo Kerry de la necesidad de que se asuman protocolos o acuerdos paralelos en las áreas laborales y ambientales que garanticen la integridad del tratado. ¿Que quiere decir esto? Que además de los criterios económicos, las partes estarán obligadas a asumir una serie de prácticas laborales que equiparen las condiciones del trabajador norteamericano con sus competidores del sur y también estarán obligados a cumplir con requerimientos ambientales y de calidad que dificultarían la aplicación del acuerdo. Como nuestras economías no tendrán la agilidad en el corto plazo para implementar y mucho menos supervisar estos cambios, el resultado concreto de estos protocolos será el freno del libre comercio y en especial el freno de los bienes y servicios generados en el sur para venderse en el norte. Somos firmes creyentes en las bondades del libre comercio y por eso hemos apoyado al tratado y a nuestro equipo negociador. Ahora bien dado el clima electoral de los Estados Unidos, el cual no se podía predecir, aconsejamos prudencia en el proceso de ratificación. Debemos observar el resultado de las elecciones y ver como se pronuncian las nuevas autoridades y los congresistas de nuestro socio del norte. ¡Prudencia y observación!

Atentamente,

Eduardo Sanz Lovatón

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