CARTAS AL DIRECTOR
Méndez Capellán

CARTAS AL DIRECTOR<BR>Méndez Capellán

Señor director:
En espacio pagado recientemente leí en una de las veraces páginas de HOY, de la pluma del escritor y publicista don Freddy Ortiz «V. M. Capellán: Setenta y Tantos, Cual Treinta». Haciendo de ese titular una interpretación, yo he entendido lo siguiente: Víctor Méndez Capellán va a cumplir setenta y seis años, luciendo cuasi, causi, una treinta añera edad.

Conocí a don Víctor Méndez Capellán en los inicios de la década de los cincuentas. Supe de ese gran dominicano que tuvo que ser él, un niño-hombre. Casi al nacer por designio divino se vio privado de la paterna protección. Y como la mano del Hado lo hizo un niño-hombre, desde sus más tiernos días las buenas gentes de Salcedo y de Macorís del Jaya, lo vieron luchar como un hombre para tender la diestra protectora a la madre viuda y a los hermanos huérfanos.

En pos de mejoría don Víctor vino a la capital, ingresó a las filas del Ejército Nacional y como cabo del Cuerpo Médico, en el Hospital Marión, el joven espigado y correcto cabo, llamó un día la atención de los ojos zahoríez del generalísimo Trujillo. Trujillo lo invitó a su casa y le presentó a su familia la verticalidad firme y austera de ese soldado que le había llamado poderosamente la atención, a él que era todo un gerifalte.

Pensando en el progreso, el cabo del Cuerpo Médico forjó a partido brazo una pequeña economía, salió de las filas castrenses e instala un pequeño negocio para la venta de hojas de esperanza o sea un negocio para el expendio de billetes de la lotería. La mano del Hado lo ayuda. Y este ahijado del destino, muchas veces ganó premios con billetes que se le quedaron, porque no se vendieron. Entonces piensa en grande y comienza el negocio de las neveras reparadas y de las estufas usadas traídas de los Estados Unidos. Luego establece una pujante agencia de viajes e implanta el novedoso plan «Viaje Ahora y Pague Después». La agencia empieza a posibilitar la salida de los padres y de las madres que al «norte mirífico y fecundo» se quieren ir a trabajar. Después el mismo don Víctor, personalmente, les transportaba los familiares que aquí aguardaban la anhelada familia. Y ahí las cosas, el hombre que afirma «Estoy como un toro de Miura», sigue en ascendente escala triunfal y se convierte en presidente de Vimenca y de Western Unión Dominicana y funda el Banco Vimenca.

A este capitán de industrias le he tratado por muchas décadas y doradas son mis razones para apoyar la frase justa de Freddy Ortiz cuando afirma de V. M. Capellán: «Es uno de esos hombres que una vez conoces, ya eres su amigo. Y cuando ya lo eres, puedes contar con una de sus camisas si te quedas desnudo».

Yo tengo la misma edad de este ciudadano de la luz. Pero yo me consagré como la cigarra a cantar y no como la previsora hormiga, a acumular provisiones para cuando llegara el invierno.

Me llegó el invierno y me he visto sin camisa, casi desnudo. Y lamentablemente, yo que les canté a los héroes, a la gloria, a la patria, y a otras entelequias fantásticas o ficticias. Tristemente me encontré con que la patria es una cosa que algunos se la ponen debajo de las suelas de sus zapatos.

Me llegó el invierno… como a la cigarra me llegó el frío glacial, estando desnudo.

Fui un vocinglero hijo de la patria, es cierto e innegable. Pero ningún gobierno del estado, de la nación o de la patria, ha hecho nada por mí.

Pero cuando «El Toro de Miura» me vio hace unos años, acorralado y frente a un posible desalojo por no tener casa, entonces me visitó y a nombre de Vimenca me acordó a guisa de una iguala o una dádiva salvatriz. ¡Una infalible mesada!

Atentamente,
José Antonio Núñez Fernández

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