CARTAS AL DIRECTOR
Niños en concierto equivocado

CARTAS AL DIRECTOR<BR>Niños en concierto equivocado

Señor director:
Con ese titular, el periódico Hoy del pasado lunes 25 de octubre, llama la atención sobre la presencia de niños, llevados por sus padres, al concierto ó festival de reggaetón, celebrado el sábado 23 del pasado mes en el palacio de los Deportes. El titular señalado está en la primera página de la sección vivir del 25 de octubre y para que no quepan dudas, en la página 12 C, junto a la reseña de la actividad, aparecen las fotos de niños de temprana edad y de jovencitos, acompañados de sus progenitores o tutores. La entradilla de la información del Hoy decía así: «Menores de edad asistieron como si tratara de un espectáculo para ellos». En un insert a la información principal, señala el autor de la crónica lo siguiente: «Nunca antes había asistido un número tan alto de menores a un concierto de adultos. Los responsables son madres y padres que olvidaron las letras de algunos temas y el peligro de la multitud» y agrega: «Una señora que empinó varias veces el codo llevó a su hija de unos siete años. Un hombre a un niñito de tres años.

¿Qué dirá la entidad de protección a menor?. Y agrega: «el vestuario de niñas de doce y catorce años no fue el más correcto. Dos centavos de blusas y cinco de faldas».

Llora ante la presencia de Dios que situaciones así se produzcan. La responsabilidad primaria es de los Padres y madres y correspondía a la autoridad, pues en el evento habían agentes policiales devolver de las puertas a quienes asistían con menores y a los menores que llegaron por su cuenta, pero todo indica que hubo puertas abiertas, pues lo que primaba era vender muchas taquillas. El reggaetón, cuyo baila popularmente se conoce como Perreo, es señalado como una degeneración, basta escuchar  estribillos tales como: dale duro, perreo por delante, perreo por detrás, dale morena». Que podemos esperar de niñas y niños que son inducidos a esta degeneración cultural, tan sólo lamentarnos cuándo esos menores queden atrapados en circunstancias dolorosas de adicción, inconductas o relaciones sexuales a temprana edad, muchas veces en ámbitos de promiscuidad. Es cuándo vienen los golpes en el pecho, el lamento y por ende la multiplicación de una generación que crece sin metas definidas viviendo sin razón para vivir.

Padres y madres irresponsables y autoridades complacientes consienten este tipo de situación que se traduce en irreparable daño a los niños y niñas. Las autoridades de vigilancia, como la policía nacional, Amet, Politur y otras fallan en no tomar cartas en asuntos dónde obviamente se está violando la ley, aduciendo siempre que su misión se limita al área especifica en que deben actuar. Por ejemplo en la ciudad colonial los Politur se dan cuenta de que muchas niñas entre 12 y 14 años, no andan en buenos pasos, pero ellos entienden que su labor es patrullar o hacer servicios en algunas esquinas. Cuándo estalla un escándalo, es porque ya es secreto a voces, que se está comercializando sexo con menores.

Los códigos existen, de nada valen campañas de radio y televisión sobre los derechos del menor y las prohibiciones que sobre su asistencia a determinados eventos o el consumo de bebidas existen, si la autoridad parece ignorar situaciones como la vivida el pasado 23 de octubre en el festival de Reggaeton celebrado en el Palacio de los Deportes.

Y sobre esos padres que llevaron a su hijos, bastaría decirle que cada quién cosecha lo que siembra. Penoso es que con tantos funcionarios realmente preocupados por la situación emocional de niños, niñas y adolescentes y pese a lo que la opinión pública sabe sobre el daño a que se ven expuestos los menores en situaciones y/o ambientes difíciles, el 23 de octubre hubo: Niños en concierto equivocado.

Atentamente,
Juan Nadal Nolasco

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