Cartas
Cultura y personalidad

Cartas <BR>Cultura y personalidad

Señor director:
De forma muy elemental y corriente hemos definido la personalidad unida a criterios que suelen significar educación y eficacia social. En tal sentido, la personalidad es la capacidad de lograr reacciones positivas de los demás en nuestro trato cotidiano con ellos.

En términos un poco más concreto, personalidad es el conjunto de características más destacadas o dominantes de un individuo.

En tal sentido podemos decir que se posee una personalidad “tímida” o una personalidad “neurótica”, lo cual quiere significar que su atributo más sobresaliente es la timidez o la neurosis.

El término personalidad posee múltiples significados, así mismo son muchos los téricos que nos han ofertado definiciones sobre la misma; quedando de manifiesto en la mayoría de las definiciones un aspecto común: el concepto de “personalidad” designa los patrones típicos de conducta que caracterizan la adaptación del individuo a las situaciones de su vida.

Existen rigurosos argumentos para sostener que sólo existimos como personas a causa de nuestras interacciones sociales, con lo que se aceptará en seguida que la clase de persona que llegaremos a ser estará en gran medida determinada por la cultura en que nos educamos.

La manera en que nuestras personalidades son conformadas por las culturas en las cuales participamos es, con todo, sumamente complicada. Podemos pensar en la cultura como sistema fijo de comportamiento aceptado al cual el recién nacido llegado deberá ajustarse y desempeñar su papel, para el cual el niño deberá ser entrenado.

Aunque la cultura se halla por supuesto, en un continuo cambio unas veces muy lento, otras veces muy rápido, podemos sin embargo, imaginarla como una estructura relativamente estática que se enfrenta al nuevo miembro de la sociedad; y decimos que éste “se ajusta” a ella.

Aún con lo señalado, la cultura misma es una abstracción que hacemos a partir del intercambio social real. En este sentido, debemos hacer uso de un modelo que presente a los actores de la cultura en relación dinámica. Tomamos para ilustrar el presente ejemplo:

Supongamos que es culturalmente aceptable que los padres traten a sus hijos con gran solicitud, que les den alimentos toda vez que los pidan, que no los fuercen a disciplinarse más de lo apropiado a su capacidad de controlarse y en general que los amparen de tal manera que el sentimiento de inseguridad se reduzca al mínimo.

Se sostiene que la personalidad resultante será diferente de lo que hubiese sido se le hubiese prestado menos atención. Este argumento, se basa en estudios de personas inadaptadas de nuestra propia cultura, y en parte en consideraciones psicológicas generales que son más o menos confirmadas por observaciones de la vida cotidiana.

Las culturas no son más que las respuestas organizadas de los miembros de una determinada sociedad.

Las configuraciones de comportamiento socialmente aceptadas son en realidad ejecutadas en tantas formas como ejecutores existen. Ningún sujeto se quita el sombrero ante una dama de la misma manera que otro. Ningún vendedor vende sus géneros igual y exactamente que otro. Ningún sacerdote aplicado realiza con precisión los mismos actos rituales.

No obstante lo señalado; quitarse el sombrero, vender o celebrar un rito, están dentro de los esquemas del comportamiento cultural como acciones “correctas”. Toda criatura es “como ninguna otra criatura”, y al nacer se halla inmediatamente en contacto con hombres y mujeres que no son como otros hombres y mujeres. Consideremos el caso simple de una madre y su criatura. Como ella es diferente a todas las madres manipulará a su hijo según su propia manera.

Si una madre da a luz mellizos idénticos, se comportarán a vivir con tratos distintos. De tal manera una gran parte de la diferencia entre la gente se debe al trato recibido de su madre; podemos agregar a su padre, y, en verdad a cualquier persona con la que han tenido contacto. Podemos decir por esto, que todos comienzan siendo iguales, pero reciben trato diferentes.

Lo recién expuesto, no puede ser de ninguna manera, pues se deja sin explicar en esencia la diferencia entre adultos, y por otra parte, existen pruebas de que ciertas características psicológicas están determinadas de manera ingénita y esta es la más fuerte.

No obstante, es sumamente clara que la capacidad de un hombre y su temperamento, han sido influido por sus contactos sociales, en el sentido de que si estos contactos hubieran sido diferentes, su capacidad y temperamento también habrían sido, diferentes.

Atentamente,

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