Señor director:
Es saludable para el porvenir de la Patria deslindar los caminos entre el Santanismo y el pensamiento Duartiano. Porque es lamentable que algunos mandos militares entrenados y pagados para defender el país de una agresión extranjera se expresen en defensa de un traidor a la Patria como lo fue Pedro Santana.
Al defender a Santana se justifica y aplaude no solo la anexión del país a España y el fusilamiento de héroes y heroínas de nuestra independencia o separación de Haití; es una ofensa a la memoria histórica de los héroes de la Restauración; es una justificación al estado de cosas actual, donde una potencia extranjera nos impone, con la permisividad de nuestros gobernantes, cosas tan fundamentales como el rumbo de nuestra política exterior y el de nuestra economía, entre otras.
Realmente, desde hace mucho tiempo estamos siendo gobernados por los santanistas, ese bando traidor y parricida como los llamara Duarte.
Aún con todas las estatuas erigidas, las calles, avenidas, barrios, provincias, etc., con el nombre de Duarte, el pensamiento y el accionar de nuestro Padre de la Patria no ha sido el paradigma de nuestros gobernantes. Su norte ha sido el Santanismo, es decir la traición a la Patria.
La figura de Duarte ha sido venerada y mistificada cual estatua vacía, sin contenido.
Su obra no ha sido difundida al pueblo para que aprenda y profundice la esencia anti-imperial de su pensamiento. El pensamiento Duartiano está acorde con los nuevos tiempos, con la nueva independencia latinoamericana.
No es suficiente la celebración del natalicio de Duarte y el Día de la Independencia.
Hay que llevar a la práctica el pensamiento de Duarte y su concepto de lo que es la Independencia del país. Porque es cómodo ver que el enemigo de nuestro país es la empobrecida y destruida República de Haití, cuyos ciudadanos emigran hacia nuestro país con esperanza económicas, tal y como lo hacen los dominicanos al lanzarse y arriesgar sus vidas en frágiles embarcaciones en las aguas del Océano Atlántico para llegar a Puerto Rico con la intención de mejorar su situación económica. Haití fue nuestro problema desde 1822 hasta el 1844. Hoy, la problemática haitiana en nuestro país es un asunto que lo deben resolver las autoridades de migración, conjuntamente con los sectores económicos que fomentan la importación de mano de obra barata haitiana, y las autoridades civiles y militares que velan por el respeto y el resguardo de nuestra línea fronteriza.
El pensamiento Duartiano es claro: …protestaré siempre, no digo tan solo contra la anexión de mi Patria a los Estados Unidos, si no a cualquiera otra potencia de la tierra, y al mismo tiempo contra cualquier tratado que tienda a menoscabar en lo más mínimo, nuestra independencia nacional y cercenar nuestro territorio o cualquiera de los derechos del pueblo dominicano. Esto fue escrito por Duarte en 1865 cuando nuestro país estaba ocupado por españa y se libraban los últimos combates para sacar para siempre de nuestro lar patrio las huestes españolas. Para esa fecha ya Duarte comprendía, con más claridad que nuestros patrioteros antihaitianos actuales, que el problema de nuestra República eran las grandes potencias imperiales que luchaban entre si por repartirse el mundo entre ellas. Por eso su advertencia mercurial de protestaré siempre contra cualquiera…potencia de la tierra….
Ya para el año 1870, a 5 años de haberse expulsado a los españoles, el Santanista Báez proponía la anexión de la Patria a Estados Unidos. Y más tarde otro Santanista proponía ceder la Península de Samaná a Estados Unidos.
En la actualidad, ser consecuente con el pensamiento Duartiano implica sacar de nuestra Patria la influencia y el control norteamericano, que tanto daño ha hecho a nuestro país; desde la invasión y el gobierno criminal norteamericano instalado en 1916; la formación norteamericana del déspota Trujillo con sus 30 años de gobierno asesino y desconocedor de los más elementales derechos ciudadanos; la invasión norteamericana de 1965, que impidió que asumiera al solio presidencial un Coronel del Ejército Dominicano que se había casado con la gloria; la contribución norteamericana para imponer en 1966 un régimen sanguinario que acabó con toda una generación de jóvenes que representaban en esa época el más elevado porvenir de la Patria.
Y hoy, la imposición norteamericana de un modelo económico neoliberal, caracterizado por una economía de servicios, que en gran medida ha destruido el aparato productivo nacional, y causado una emigración masiva de los agricultores hacia las ciudades y áreas turísticas, lo cual ha incrementado la pobreza, los cordones de miseria y auge alarmante de la prostitución. Este modelo económico ha generado desconcierto en la población, y ha permitido que la delincuencia arrase con el país; pretendiéndose sellar con broche de oro esta situación con la próxima integración de República Dominicana al Tratado de Libre Comercio -TLC-, que en definitiva beneficia principalmente al comercio importador-exportador, abre las puertas a una economía especulativa en detrimento del productor nacional, y pone al gobierno, aún más, bajo los dictados imperiales.
Atentamente