Cartas
Lo que no creo

Cartas <BR><STRONG>Lo que no creo</STRONG>

Señor director:
No pretendo ser irreverente con un título así. Sólo deseo dar crédito a lo que conozco y acepto por experiencia que a lo que me invitan otros a aceptar. En el caso presente no es necesario apelar a la fe, ni humana ni divina, es cuestión de certeza adquirida por la evidencia directa, percibida por mi. Me refiero a la frase de la Conferencia del Episcopado Dominicano leída en más de una ocasión que define el desorden, la desorganización como el máximo problema que afecta a los dominicanos.

¿Por qué no creo eso? Porque he acumulado múltiples evidencias personales que hacen innecesaria la fe. Prefiero brevemente dos casos.

Hace unas semanas me tocó sacar en la aduana del aeropuerto internacional JFPG una caja de libros procedentes del Uruguay. Empleé toda una mañana, más de cuatro horas, pasando de una oficina a otra. No me quejo de los impuestos, pues lo que tuve que pagar fueron apenas tres pesos a la entrada del vehículo al espacio de aduana (algo ridículo). Lo extraño es que tuve que pasar por una docena de dependencias con la consabida espera, la inseguridad de estar en el lugar correcto y la mínima atención. Lo más curioso es que no tenían el original de un documento producido por ellos mismos, del cual presentaba copia. Prácticamente se trancó el juego varias veces. ¿Era necesario tanto tiempo? Sí, por la desorganización y por la ineptitud… Eso lo viví ya no hace mucho y lo mismo me espera, tal vez, con otro paquete de libros que envían de Venezuela a la Biblioteca Antillense Salesiana.

Otro caso más extraño, éste en la Secretaría de Educación. Expuse el caso de unas empleadas en la oficina del distrito en el mes de marzo. A sugerencia de la directora se obtuvo el certificado antidoping y se intentó acudir a Recursos Humanos de la Secretaría. Pasó por varias manos dada la imposibilidad de tratarlo con el responsable. Era período preeleccionario. Sólo en junio de dio un paso hacia la solución iniciándose en la oficina regional con todos los requisitos y pormenores. De junio a septiembre han mediado llamadas por parte mía, pero ninguna respuesta, ni positiva ni negativa. ¿Qué pensar de esos seis meses sin atención? Lo que se le ocurre a cualquiera es que en esas dependencias oficiales reina el desorden o la incompetencia.

Por brevedad de espacio no sigo. Ahora estoy convencido de que no debo creer al documento de los obispos. Las experiencias vividas o sufridas me aseguran de la realidad con más fuerza que las autorizadas opinión citada. No lo creo, pues lo veo.

Atentamente,

P. Jesús Hernández, SDB

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Brigadas de chapeadores

Señor director:

Soy un ciudadano como otros tantos, sin embargo, entre tantas situaciones calamitosas de esas que constituyen “la norma” en el diario vivir, me resulta altamente molesto el ver cómo cada cierto tiempo “brigadas depredadoras” que realizan el corte de las ramas de árboles en calles y avenidas de la ciudad, ejecutan una verdadera masacre árbol por árbol, sin ningún ápice de criterio de la actividad que realizan.

Resultaría conveniente que dicha labor sea realizada con verdadero criterio, que se apeguen a la protección del Medio y de la Seguridad y Protección de cables y alternadores, pero que dicha labor sea realizada por un equipo profesional compuesto por las áreas respectivas, es decir: ingenieros eléctricos, ingenieros ambientalistas, agrónomos, representantes del ayuntamiento, y no simples “brigadas de chapeadores depredando y produciendo la atemporización de la vida de dichos árboles.

Resulta muy oportuno, para quienes así lo deseen y sean solidarios con la naturaleza, darse una vuelta con sus respectivas cámaras filmadoras por la calle César Nicolás Penson para que aprecien el “arborelicidio” depredador cometido por las “brigadas de chapeadores”.

La educación y preservación del patrimonio de áreas públicas y su remozamiento es una labor dirigida por las autoridades en primer lugar, luego es competencia de todos la preservación de los mismos.

No quiero ni pensar que se trate de una “conspiración atemorizada” persiguiendo una contrata futura para “arborizar” nuestras calles y avenidas, de aquellas que tanto suelen ofertar algunos “cerebros” a nuestras autoridades.

Creo que dichas brigadas podrían realizar un buen trabajo en las zonas fronterizas y así contribuir a una mejor visualización del tránsito clandestino de dicha zona en donde se realizan obras de expansión no geográfica.

Atentamente,

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