Cartas
10 años de una visión

Cartas<BR><STRONG>10 años de una visión</STRONG>

Señor director:
En los terrenos de la Feria Ganadera se celebró recientemente una singular exposición muy contraria a la sencillez y humildad que proyecta el presidente Leonel Fernández. Fue como si de pronto el más alto ejecutivo de la nación recibiera la picadura del envanecimiento y su ego se hinchara de vanaglorias. Aquello dio la impresión de que nuestro gobernante se llenó de megalomanía y que sólo faltó que se ordenaran estatuas y esculturas en altares dedicados a la adoración de su persona.

Que lo hicieran, desde una óptica externa, los acólitos y beneficiarios directos o indirectos de esta gestión fuera más aceptable, bajo el entendido de una manifiesta adhesión pública por parte de sectores identificados con el Gobierno.

Lo que no es aceptable es que se destinen fondos públicos para fomentar el culto a la personalidad que rememora épocas que contradicen los afanes modernizadores.

Quisiera que nuestro mandatario extrapole su sencillez a su estilo de gobierno para que corrija los arranques dispendiosos que forman parte de políticas empobrecedoras y que sustraen recursos a las soluciones de necesidades perentorias.

El país no es un escaparate para exhibir frivolidades ni el Gobierno debe mandar a hacer frágiles vidrieras que reciben la pedrada de tantas necesidades insatisfechas.

Nuestra condición de ciudadanos no puede se reducida a la de simples reverenciadores del poder unipersonal.

La feria “Diez Años de una Visión expresa”, más bien, la cortedad de una visión institucional que no creía posible en nuestro mandatario.

Aquello constituye una evento hecho para extasiarse en la contemplación de la propia imagen, un autoelogio muy costoso para el erario público.

Pese a la proliferación de fotos del Presidente, allí sentí ausente a nuestro ejecutivo de Palacio. Sentí el vacío del Presidente humilde por el que votamos la mayoría de los dominicanos. Veía sus visuales como verdaderas desfiguraciones de su imagen. Allí estaba ausente la aureola de prudencia que siempre lo ha acompañado. Por eso, no reconocía en toda esa parafernalia laudatoria al Presidente cauteloso en la administración de su imagen.

Ahí Leonel se perdió. Pero ojalá que se encuentre pronto con la imagen más acabada que mucho tenemos de él. La figuración de un Presidente modesto y comedido, distante de los endiosamientos costosos.

Hasta en la sumatoria aritmética de los años de la visión que supuestamente se exponía, se notaba la ceguera de sus patrocinadores oficiales. La exaltación de la figura del Presidente con recursos del presupuesto nacional exclusivamente apartados y aportados para ese fin es todo un desfiguro institucional que no se debe repetir.

Es posible que los realizadores de esta feria todavía estén imbuidos por la euforia del triunfo electoral reciente y confundan sus admiraciones con los roles del Ejecutivo de Estado. Por eso, debería ser el mismo Presidente quien ponga oídos sordos a las voces lisonjeras de los que se pasan de graciosos hasta lindar los terrenos del limpiasaquismo.

En un país pobre como el nuestro son muchas las necesidades y escasos los recursos como para darnos el lujo de gastar dinero del erario en fomentar autocomplacencias narcisistas. Sobre todo ahora que se hizo oficial la repartición colectiva de culpas muy individuales relacionadas con el pago del costo de los trastos que otros rompieron en la mal recordada crisis bancaria.

En ese contexto, esos “Diez Años de una Visión: Leonel Fernández”, reflejan una gran ceguera social y una miopía gubernamental, además de constituir una ofensa social matizada por un rudimentarismo político.

Quizá, esta feria sea un mensaje a lo interno de su partido, de que contamos con un Presidente que aspira a reelegirse y aquello era la clarinada de la promoción política de su figura que se avecina.

Aún así, deben estar advertidos de que el arte de gobernar, que se requiere para repetir en el poder, es muy diferente al arte de proyectar la figura presidencial, el cual está más conectado con la propaganda.

Atentamente,

Claudio Acevedo

Publicaciones Relacionadas

Más leídas