Cartas
Agripino y Leonel

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Señor director:
Sin ser un político de academia, el finado presidente Antonio Guzmán Fernández realizó en el período 1978-82 el que muchos dominicanos consideran el mejor gobierno del país.

Esa administración fue bautizada popularmente como el régimen de la Ucamaima porque algunos de sus principales funcionarios procedían de las aulas de esa prestigiosa casa de altos estudios, particularmente la hija de Don Antonio, Sonia Guzmán y su esposo el licenciado José María Hernández.

Desde entonces, don Agripino Núñez Collado, rector magnífico de la Universidad Católica Madre y Maestra, comenzaba a descollar como un gran componedor y excelente conciliador. Después de todo eso mucha agua ha llovido y muchos años también han pasado, pero ahora ese ilustre prelado católico, conjuntamente con el presidente Leonel Fernández Reyna impulsan una reforma constitucional que concita el interés de la nación.

La Comisión de Juristas, expertos en asuntos constitucionales, que se encarga de elaborar el borrador para la susodicha reforma, está compuesta por personalidades que representan todas las banderías políticas, incluyendo al doctor Milton Ray Guevara, Licelot Marte de Barrios y Eduardo Jorge Prats. También gente de la sociedad civil, lo que constituye una estrategia muy bien calculada.

Sin lugar a dudas Agripino Núñez Collado y el presidente Fernández tienen grandes afinidades. Han logrado una combinación casi perfecta digna de encomio.

Los amarres y la tarea de comprometer sectores lo ha hecho el sagaz obispo y el papel de convencimiento al amplio auditorio del país le ha tocado como es natural al doctor Leonel Fernández, quien como extraordinario expositor se ha dado banquete y como se dice se ha servido con la cuchara grande.

En esto de la reforma constitucional no se ha improvisado nada. Casi todo ha sido programado por geniales cerebros que han demostrado capacidad, destreza y sutileza en demasía. Por los resultados que se vislumbran, estamos convencidos que en el mundo de hoy, y especialmente en el dominicano que es el caso que nos compete, el manejo de la opinión pública, es determinante para lograr el éxito.

Por su tradicional actitud de mediación, que ha sido fecunda-productiva en muchos casos, monseñor Núñez Collado se ha ganado el respeto y la admiración de la sociedad dominicana. Su estilo desapasionado y carente de sectarismo le ha dado tanta autoridad y credibilidad a sus actuaciones que resulta muy difícil no optemperar a sus llamados o aliniarse con sus causas o proyectos.

De forma muy sabia, Leonel Fernández en esta su segunda gestión gubernativa le ha dado a don Agripino Núñez Collado un rol ampliamente protagónico.
Atentamente,
  Miguel Pineda López

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