Cartas
Censura necesaria

Cartas<BR><STRONG>Censura necesaria</STRONG>

Señor director:

Recientemente la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), de los Estados Unidos, multó con más de tres millones de dólares a docenas de estaciones de la CBS al considerar que habían presentado programas indecentes.

Ahora lo hizo con el canal 30, WSJU-TV de Puerto Rico, que fue multado con 220 mil dólares por difundir videos de reggaetón indecentes y obscenos.

Debemos de aplaudir esas censuras necesarias. Considero que la vulgaridad en la radio y en la televisión deben ser rechazadas y condenadas por el bien de la familia.

Lamento que en nuestro país no se haga lo mismo. Parece un imposible, porque cada vez que la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía suspende una canción o un video porque atentan contra la moral y las buenas costumbres de nuestro país, salen los defensores de la vulgaridad a maldecir a quienes están en la CNEPR.

La Secretaría de Cultura y el Gobierno deberían de apoyar y darle poder a la comisión para que se acaben todas las asquerosidades que nuestros hijos ven por televisión y escuchan por la radio.

Atentamente,

 Maritza López, Villa Consuelo

 

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Inversión y ahorro

 

Señor director:

En su editorial “Botón de muestra” del jueves 9 de marzo del año en curso consideraba ud. que “en este país hay que dedicarle más atención y recursos a la educación”. Fundamentaba su posición en los adversos resultados de una evaluación realizada por Vicente Díaz, ciudadano español a quien todos los dominicanos que nos honramos con su amistad respetamos y admiramos.

Resulta que las cosas andan de manera parecida aquí, en España, en Francia y en Estados Unidos. Unas fortalezas por aquí y unas debilidades sistémicas por allá.

Sabemos que necesitamos buenos y sanos recursos, pero para lograrlo primero debemos reducir y reorientar el gasto. No hay inversión si no hay ahorro.

De una cosa estamos seguros: dentro del sistema democrático jamás podrá el Estado suplir el caudal de recursos financieros que necesita un sistema educativo. Echarle encima al Estado el pago del personal docente, el entrenamiento del mismo, la exoneración total o gratuidad de la matrícula a los estudiantes, concesión de desayuno escolar, pruebas nacionales, edificaciones escolares, seguro médico, plan de pensiones y jubilaciones, viviendas a los maestros, viáticos para el personal técnico y otros, es pedirle lo imposible a un país lleno de reclamos.

El presupuesto de la nación es como el de nuestros hogares, se reparte hasta donde alcanza, es un pastel donde a cada hijo hay que darle su porción. No podemos darle a un hijo más que al otro porque éste grite con más fuerza y haga más ruido. El presupuesto se distribuye entre las distintas dependencias del Estado porque cada una de ellas tienen programas ineludibles ¿Sería justo que los recursos se vayan a Educación y dejemos al país sin servicios de salud, sin obras públicas, sin seguridad ciudadana, sin justicia, sin desarrollo agropecuario y medioambiental?.

Ni así sería suficiente el presupuesto porque la Secretaría de Estado de Educación es un hidra de mil cabezas que se lo traga todo.

En este país somos muy estereotipados en el manejo del presupuesto porque siempre hacemos las cosas del mismo modo, repitiendo más de lo mismo sin introducir innovaciones, y sin considerar nuevos métodos y estrategias que permitan el logro de los objetivos aplicando técnicas diferentes.

Si el sector privado no hace aportes directos a las escuelas en las diferentes comunidades y barrios, el Estado no irá más allá de donde está; si las juntas de Centros, de Distritos y Regionales no incorporan a los padres a la actividad educativa, dejemos de soñar.

¿No sería maravilloso que cinco mil empresas aportaran un maestro cada una; que miles de centros educativos privados cedieran sus espacios a la SEE en sus horas sin labor? ¡Claro que sí! ¡Ay, pero inténtelo!

La calidad de la educación depende del interés y el celo que muestren lo órganos de la llamada sociedad. Pero que no sea una acción vocinglera como la que se armó en torno al Plan Decenal de Educación 1992-2002. Allí todo se pidió a nombre de la patria, pero todo fue a parar a los bolsillos de los que nunca se llenan y que cuando quieren más, de nuevo repiten ¡más presupuestos!

El Estado es de todos y para todos, pero no da para todo.

El equipo económico que elabora el presupuesto debería aclarar que la asignación a Educación es más que la que se hace figurar en el presupuesto. Hay que agregar las asignaciones a INFOTEP, a INDOTEC; las que se hacen a Obras Públicas para construir aulas; las que se le dan a la ODC y Pro-comunidad para habilitación de escuelas rurales y barriales; las que se le asignan a la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas para la creación de Escuelas Especiales y Universidades; las que asume la Oficina de Obras Gubernamentales, y así sucesivamente.

Estas asignaciones no se consignan como partidas para la educación, error que no cometen los países que figuran con grandes inversiones en Educación. Pero los expertos nuestros lo callan.

¿Ve ud. por qué es bajo el presupuesto de educación?

Con la mayor consideración y respeto, le saluda,

Atentamente,

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