Cartas
Chiítas y sunitas

<p><strong>Cartas</strong><br/>Chiítas y sunitas</p>

Señor director:
Basta leer el interesante artículo “¿Cómo diferenciar un chiíta de un sunita?” reproducido el día 18 de diciembre del 2006 en ese diario “Hoy” y copiado del diario norteamericano The New York Times, para darse cuenta, de la perfidia, no necesariamente por la ignorancia que refleja un legislador de los EE.UU., pues ellos saben perfectamente a qué se ha debido esa dificultad para identificar las dos principales facciones islámicas y dónde es que concuerdan en la unidad de propósito. Aparte de tener lapsos diferentes para llevar a cabo sus actividades rituales en las mezquitas, resulta igual que como los describen en el artículo, las diferencias se han originado en una vieja disputa sucesoral acerca de la conducción del incipiente movimiento ideológico-religioso islámico.

Lo que esos estudiosos legisladores saben y soslayan es que El Islam se propagó por todo el cinturón terrestre que casi separa los hemisferios Norte y Sur, no con la fuerza militar sino con la idea anti-imperialista, oponiéndose, resueltamente a la ocupación extranjera, es decir, de los países del Norte sobre aquel vasto territorio, mayormente desértico y miserable.

Se podría afirmar, sin pecar de exagerado o errado, que las prédicas del El Islam fueron una de las primeras manifestaciones de anti-imperialismo de postura política y que, este concepto hoy permanece incólume, dado que las causas que lo originaran no han desaparecido, por el contrario, están siendo exacerbadas, hasta llevarla a un paroxismo solamente comparadas con las ocurrencias durante los tiempos de las “Guerras de las Cruzadas” (El-Jarb As-Salib).

En tal virtud, por eso puede verse al Sheikj Jassan Nassar Al-laj (Sheik Hassan Nasralah), predicar hasta en los templos cristianos y llamar a todos los musulmanes (sunitas y chiítas), sin distinción, para que acudan a los templos, unidos solamente con la concepción anti-imperialista, aplicando conceptos de la “unidad hegemónica”. Esta posición de los musulmanes del mundo es lo que ha mantenido desconcertado a sus oponentes de siempre.

Atentamente,

  David Nader Seguie

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