Cartas
Derroche de agua

<p><span><strong>Cartas<br/></strong>Derroche de agua</p></span>

Señor director:
Hay que seguir martillando. Hay que seguir orientando. Hay que seguir bregando por lograr un mejor país para todos los dominicanos y dominicanas.

Hay que luchar para que cada dominicano llegue a saber cuál es su deber para que pueda reclamar con gallardía sus derechos.

Hay que seguir… hasta lograr que la gente adquiera conciencia, que no sea indiferente. Siempre habrá desaprensivos, pero tenemos que seguir luchando para que cada vez sean menos.

El introito viene a cuento al llegar hasta la ribera del río Haina a su paso por la comunidad de Manoguayabo y observar cómo un pequeño trillo había sido ocupado por un caño de agua potable que iba a parar al río en cuestión.

Como no había llovido en esos días, pensamos de inmediato y por lo limpio que estaba el agua que se trataba de potable, como al efecto resultó ser. Comenzamos a seguir el rastro para percatarnos de dónde salía el agua.

Primero llegaba a una cuneta muy bien encachada desde un tubo de 12 pulgadas que cruza una calle. Venía bajando por el contén, cruza por un badén en otra calle, y a a unos 200 metros de distancia del río, hasta salir de una acometida de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo, ubicada en la calle Barrancolí número 34, en la urbanización Brisas del Haina, en Manoguayabo.

Era temprano en la mañana, cuando la gente comienza a prepararse para salir a sus labores cotidianas. Pasaba una joven con un niño en brazos y preguntamos desde cuándo está brotando el agua y nos dice que hace unos tres días.

¿Usted se imagina cuántos galones de agua se han perdido ahí?

Un técnico de la CAASD nos dijo hace un tiempo que en una tubería de una pulgada rota se pierden nueve galones de agua por segundo.

Si como afirmó la joven que hacía tres días que brotaba el agua, ahí se están perdiendo 540 galones de agua por minuto, 32,400 por hora y 777,600 galones por día.

Con sobradas razones otros sectores, urbanizaciones y barrios sufren escasez de agua, mientras residenciales desperdician el denominado “preciado líquido”.

Comenzamos a apreciar el agua cuando desde pequeño oímos a una emisora radial de la capital con el lema: “El agua es vida, no la desperdicie”.

¿Con el presente caso nos conformamos, ya que como el agua que se desperdicia en el residencial Brisas del Haina va a parar nuevamente al río, quizá pueda ser rescatada en alguna toma de agua más río abajo.

Atentamente,
Juan Terrero Pérez

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