Cartas
En defensa del Líbano

<p><strong>Cartas<br/></strong>En defensa del Líbano</p>

Señor director:
Todavía no me explico de qué manera tan absoluta pueden nuestros articulistas usar informaciones de uno de los lados beligerantes para explicar sus afirmaciones como verdades incuestionables. Aunque éste no sea del todo el caso del artículo que quiero comentar. No obstante, el mismo debe de ser debidamente aclarado, sino aumentado.

En su artículo “El Fantasma de Irán”, aparecido el día 15 del mes de febrero del presente año, su autor, el señor Pedro Gil Iturbides, trata, el aspecto “terrorista” que posee la resistencia Islámica en todo el mundo. Realmente, todo acto de guerra contiene partidas de terrorismo, o, durante los ataques de unos contra otros, ¿no tienen intenciones de amedrentar, atemorizar, infundir terror al contrario?

El “terrorismo islámico”, además de querer infundir terror a sus oponentes, con el cual creen poder ahuyentar a sus contrarios. Resulta ser, entenderán ellos, que es el recurso esencial que tienen disponible ante el poderoso contrario. Por medio del terrorismo los actores pretenden implantar su autocracia aplicando los métodos de la violencia y la amenaza con la finalidad de quebrantar a sus adversarios. Esta técnica no es exclusividad de los débiles o las minorías, sino, también, de todos los terroristas del mundo cuando perciben que sus propósitos no serían conseguidos a menos que implanten el terror entre sus contrarios, y, entonces, forzar la consecución de sus “razones”, justas o injustas.

Aquella guerra terrorífica resulta ser una continuación de un entredicho ancestral entre los musulmanes y sus escisiones, que se plantea en el ámbito estricto de la oposición a la ingerencia foránea y la búsqueda afanosa de aceptación de las masas musulmanas y árabes. Porque ambas facciones musulmanas, enfrentadas puramente por intereses de orden gerencial, comparten, resueltamente, la oposición al invasor y ocupante.

Esa misma disputa milenaria por la dirección de El islam se plantea ahora en el escenario internacional, en procura de mayor prestigio entre los musulmanes y árabes. Durante la ofensiva militar que llevaran a cabo los hebreos con el doble propósito de destruir la pujante infraestructura libanesa y sus milicias partisanas de El-Jisbul-Laj, siempre con la pérfida intención de provocar la animosidad necesaria para reanudar la guerra civil, abortada por la intervención siria en el año 1976. Esos milicianos se anotaron puntos en su favor porque demostraron, con su tenacidad bélica, que el Tsajal, o ejército hebreo, puede ser combatido con efectividad, a pesar de no poseer un poder de fuego y pertrechos militares de sus parecidos al de sus enemigos. Además, El-Jisbul-Laj indemnizaba a cada propietario por cada vivienda destruida durante los indiscriminados bombardeos judíos.

Atentamente,
  David Nader Seguie
Elkawtslrdaud@hotmail.com

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