Fue una líder excepcionalmente valiente, carismática, talentosa, premiada por una belleza sin igual, sacrificada por el imperio de la barbarie y del crimen político estimulado por el fanatismo religioso.

Benazir Bhutto, cuyo irracional asesinato ha sido repudiado por el mundo y llorado casi por todos, incluyendo quizás por muchos de los provocaron su muerte, que en realidad fue una inmolación por los riesgos que ella asumió a su regreso a Pakistán, donde se le dio la bienvenida con un horrendo acto terrorista del cual salió ilesa. No se merecía ese trágico final.

Por las expresiones de dolor que hemos escuchado tan solo en República Dominicana, un país muy distante de Pakistán, podemos arribar a la conclusión de que Benazir Bhutto tenía una legión de simpatizantes y admiraciones fuera de su querida patria.

Definitivamente, el terrorismo es la principal amenaza para la paz mundial. El fundamentalismo religioso no tiene reparo ni piedad para tratar de imponer su ideología. Sus acciones son celebradas y reivindicadas sin importar el balance de víctimas, que en la mayoría de los casos son gentes inocentes.

Benazir Bhutto estaba llamada a dirigir por tercera vez los destinos de su conturbada nación, y la pregunta obligada es ¿qué tipo de complicidad existe en este brutal asesinato por parte del gobierno autoritario del general Musharraf?

Los grandes penalistas siempre han sostenido la tesis de que en un crimen u homicidio hay que escudriñar a quien beneficia. Por ahora, en términos políticos no hay dudas que al presidente Musharraf, pero la inestabilidad en Pakistán abre las puertas a una guerra civil, que ojalá no se produzca.

El grave peligro son las armas nucleares que tiene Pakistán en manos de líderes inescrupulosos e irresponsables. De ahí que el presidente norteamericano George W. Bush, tan pronto se enteró del infausto acontecimiento, hizo un juicioso llamado a la calma al pueblo parkistaní. Los mercados financieros internacionales reaccionaron y los precios del petróleo subieron como se esperaba.

La Organización de las Naciones Unidas, especialmente su Consejo de Seguridad, saben de los grandes peligros que atentan contra la paz por las implicaciones de este estado de cosas.

Pakistán es hoy una verdadero bomba de tiempo, pero no una cualquiera sino una con características de holocausto. La región donde se encuentra es sinónimo de conflictos, conflictos, incluyendo fronterizos como el de la India.

Benazir Bhutto dijo de manera emblemática que no eligió su destino sino que el destino la eligió a ella. Ciertamente, esta mujer extraordinaria estaba llamada a regar su sangre en aras de sus ideales, en pro de la democracia y el bienestar de Pakistán.

¡Homenaje eterno a Benazir Bhutto por su entrega y su heroísmo!

Atentamente,

Miguel Pineda López