Cartas
Lágrimas por Doña Asela

<STRONG>Cartas<BR></STRONG>Lágrimas por Doña Asela

Las aguas del mar se evaporan y ascienden al espacio, donde se juntan y se convierten en una nube que navega por encima de los valles y las montañas, y así como se encuentran con una brisa fresca, se deshacen en lágrimas sobre el campo, se unen a los arroyos y vuelven al mar, su Patria madre. La vida de las nubes es un encuentro y una separación; en fin, una lágrima.

La muestra fue una vieja amistad con Doña Asela, la cual no se ha convertido en polvoreda diseminada por el paso del tiempo, permaneció incólume, sin marchitarse ante las pasiones políticas pasajeras.

Por la ausencia de la amada Patria en el desempeño de la función diplomática de Embajador en Egipto, no hemos estado presente en el sepelio de esa gran amiga, pero confieso que su partida me ha dejado con el corazón roto.

En medio del dolor y la pena, es bueno meditar sobre la fragilidad de que es susceptible la naturaleza humana. Por ocasiones es preferible no cambiar la tristeza del corazón por toda la alegría de la humanidad.

Desde los cielos, las lágrimas riegan la tierra. Esas gotas de agua cristalina caen como bendiciones en las tumbas silenciosas que por espacio del tiempo nos preservará hasta la eternidad.

Cuanto Ana María me despertó en horas de la madrugada para informarme del fallecimiento de Doña Asela, vi tristeza desde el lejano Egipto en el alma de los dominicanos y me pregunté: Qué se hicieron las alegrías y los sueños por ratos interminables de los humanos?

En el sufrimiento de la familia Jorge Mera,… una lágrima nuestra los acompaña. Lágrimas que sirvan para mitigar el dolor a los deudos con el corazón roto.

El nombre de fe tiene dos corazones; uno que sufre y el otro que resiste.

Con la aurora, marché a las Pirámides para recordar a Doña Asela. A la salida del sol cuando el pueblo dominicano daba sepultura a la ex Primera Dama, miré el firmamento, pensé en Doña Asela y dejé caer unas lágrimas…

Atentamente,

Jorge Yeara Nasser

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