Cartas
Lecciones de Noel

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El evento desastroso y trágico provocado por el paso de la sorpresiva tormenta Noel por el país, no sólo dejó una estela de muertes, heridos, desaparecidos y damnificados, sino también una gran enseñanza que debemos aprender en toda su dimensión. Lo primero que hay que resaltar es el aspecto de las vulnerabilidades. No sé si ha sido levantado por los organismos de socorros del país, o por alguna organización de la Sociedad Civil. En todo caso, se impone estructurar urgentemente un mapa de los sitios vulnerables que existen en el territorio nacional.

Y es que los riesgos a que nos enfrentamos en un país, que debido a su posición geográfica, se encuentra en el escenario de potenciales eventos naturales de orden climáticos como telúricos, se potencializan, precisamente, por los asentamientos humanos en lugares vulnerables.

No es que la Naturaleza sea destructiva. Ella sólo cumple los ciclos vitales que debe cumplir, y sin los cuales es imposible el desenvolvimiento de la actividad humana, porque fenómenos naturales como los ciclones, aunque no lo creamos, son altamente necesarios.

Lo que debe ser algo natural, se trastoca en tragedia y en desastre, no por la acción de la Naturaleza, sino más bien por la actitud de nosotros, los humanos. Un ejemplo de ello, lo constituye, sin lugar a dudas, lo que ha ocurrido con la tormenta Noel que, al parecer, provocó más daños que cualquier otro evento de ese tipo anterior.

Se impone que los diseñadores de políticas públicas tomen en cuenta esta situación. Sabemos que detrás de esto hay una amarga realidad social que influye en las decisiones políticas. Sin embargo, no es posible que sigamos permitiendo impasibles que lugares de alta vulnerabilidad sigan siendo usados para asentamientos humanos.

Si se hace necesario legislar para evitar esto debe hacerse con todas las consecuencias y responsabilidad necesarias. Así como, por igual acometer todas las acciones de desalojo y búsqueda de soluciones prácticas a ese drama social.

La otra enseñanza que nos deja Noel es la que aprendí en mis lecciones en la Maestría en Defensa y Seguridad Nacional en la Escuela de Altos Estudios Estratégicos de las Fuerzas Armadas. Y es que el Presupuesto de defensa y seguridad lo debe pautar, precisamente, el cuadro de amenazas que realmente enfrentamos.

Esto se vio claramente con el hecho de que los helicópteros con que contamos no están diseñados para tareas de rescate como las que fueron necesarias en esta ocasión. Si somos un país, cuya principal amenaza deviene de la Naturaleza, como por ejemplo, huracanes, sismos o fuegos forestales, entonces el diseño del Presupuesto de Defensa y Seguridad debe corresponderse a esos niveles de amenazas, y no otros.

Creo, al menos, que esas fueron las principales enseñanzas que nos ha dejado la odiosa tormenta Noel.

Atentamente:

Bolívar Bello Belliard

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