Cartas
Leonel como mi líder

<STRONG>Cartas<BR></STRONG>Leonel como mi líder

Desde la decapitación de la dictadura de Trujillo, a excepción del presidente Leonel Fernández, todos los grandes conductores de masas han desaparecido del escenario político.

Cada cual jugó el papel que le correspondía y fueron entes de virtudes excepcionales que dejaron huellas permanentes en la conciencia de los dominicanos.

Vemos como se diluyó Viriato A. Fiallo, el célebre luchador antitrujillista que con su frase «Basta ya», desalojó el remanente del trujillato enquistado en el poder de turno.

Entregando su vida en aras del regreso a la constitucionalidad, cae en las montañas escarpadas de Quisqueya, Manolo Tavárez Justo, evocando el cántico de la revolución cubana: «Patria o muerte, venceremos».

El bravo coronel de abril, Francisco Alberto Caamaño Deñó, extraviado en el pensamiento de la izquierda, se inmola en el foquismo guerrillero. Es tomado prisionero y fusilado vilmente. Con él se frustra el ascenso al poder de la llamada izquierda.

Cada cual con su propio estilo: Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez y Joaquín Balaguer, caudillos de larga data, dejan el redondel político al pasar al otro lado de la vida, con una secuela que los caracterizó como exponentes fieles del pensamiento inmaculado en la redención de los más desposeídos de la fortuna.

Sin menos brillo, pero con condiciones extraordinarias, dejan la arena política Francisco Augusto Lora, Jacobo Majluta y Jacinto Peynado.

Otros que pudieron emerger como grandes conductores de masas, tomaron decisiones inadecuadas y cayeron fulminados de sus respectivos ascensos al poder: Fernando Alvarez Bogaert, Rafael Suberví Bonilla, Milagros Ortiz Bosch, Hatuey De Camps Jiménez y Danilo Medina.

Con la ausencia de todas estas personalidades, y la pérdida de liderazgos de los que quedan con vida, el país se quedó sin líderes, y al no desarrollarse los lideratos emergentes, a nadie ha de extrañar que yo haya tomado la decisión de elegir a Leonel Fernández como mi líder político.

¿Tránsfuga o traidor? Todo lo contrario, pues, no tengo ningún contrato de exclusividad con la cúpula podrida del Partido Revolucionario Dominicano. Y al Dios crearme con libre albedrío, he decidido quedarme con lo mejor. Quedarme con los principios. Quedarme con los ideales que preconizó José Francisco Peña Gómez.

Generosamente el presidente Leonel Fernández ha abierto una ventana al perredeísmo auténtico y al peñagomismo histórico, y con ellos se ha convertido, no en el candidato de un partido, sino en el candidato de la República, que poco a poco va construyendo la unidad nacional.

Al enrolarme en esta causa cívica, considero que Leonel Fernández es lo que más le conviene al país, pues estoy absolutamente convencido de que el próximo cuatrienio será un período donde la esperanza reverdezca, donde se invierta en la gente y donde se efectúe un gobierno que tenga misericordia de los pobres y que sea, a la vez, un alivio para la clase media. Un gobierno como lo soñó Peña Gómez.

Y no cabe la menor duda de que esto será así, en vista de que lo peor ya pasó – el reordenamiento económico, los ajustes, el Metro, etc. – y ahora viene lo mejor – la prosperidad y el progreso sostenido.

Por eso he decidido elegir a Leonel como mi líder. Tal como dijo Josué «Yo y mi casa serviremos a Jehová». Elija usted, amable lector su líder, ese es su derecho y su privilegio.

Atentamente,


Sandino Grullón

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