No puedo quedar callado ante el ejemplo de buen desempeño a favor del interés nacional que registró el doctor Max Puig, presidente de la Alianza por la Democracia (APD), al frente de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente.

Hoy el hijo del luchador antitrujillista, médico del pueblo y filántropo puertoplateño José Augusto Puig, sale de dicha institución por la puerta grande de la dignidad.

El político y sociólogo desarrolló una labor fecunda durante los tres años de desempeño en el cuido de los recursos naturales, la preservación de nuestros parques nacionales y contra la contaminación de nuestro medio ambiente.

Puig enfrentó la corrupción con sobrada responsabilidad, dio la cara ante la ridícula interpelación senatorial, sembró más de siete millones de árboles, prohibió la extracción de arena y grava de los ríos, evitó que se violara la virginidad de Bahía de las Aguilas, ganó judicialmente, sin ningún costo del Estado dominicano, eliminar el lodo contaminante arrojado en el pasado gobierno en Samaná y Manzanillo.

El ex-senador, ideólogo y creador del Foro Social de Puerto Plata, organismo gestor-comunitario que impulsó el Programa de Desarrollo Puerto Plata, desde donde se establecieron cientos de escuelas, sistemas de acueductos, centros comunales, huertos escolares y diversas manifestaciones artísticas en La Novia del Atlántico, merece el más justo reconocimiento de su pueblo.

Puig, inmune al salitre, por salir del vientre de una madre costeña, gestora cultural y profesora uasdiana por décadas, la adorada Elvia Miller viuda Puig, debe seguir abrazando la bandera duartiana porque le aguarda junto a su partido y a su pueblo un futuro brillante.

Atentamente,

Víctor Féliz Peña