Cartas
Recuerda a Peña Gómez

<STRONG>Cartas</STRONG><BR>Recuerda a Peña Gómez

Señor director:
El 10 de mayo de 1998, en horas de la noche, una tristeza general arropó al país: el doctor José Francisco Peña Gómez, el líder de masas más extraordinario del pasado siglo había fallecido, apenas seis días antes de las elecciones congresionales y municipales, donde seguro iba a ser elegido Síndico del Distrito Nacional por segunda vez, ya que lo había sido de 1982-86, llevando a cabo una gestión histórica, la cual fue reconocida por todos nosotros los regidores del cabildo capitaleño, incluyendo reformistas y peledeístas.

En medio de esta gran tragedia y cuando se auguraba el principio del fin del partido Revolucionario Dominicano por las implicaciones de este inmemoriable deceso, muchos se flotaban las manos y hasta se alegraban, surgió un líder que transformó el llanto y el dolor en victoria, y justo es reconocerlo en términos históricos, lo fue el licenciado Hatuey Decamps, quien dirigió personalmente los funerales, conjuntamente con la desolada viuda de Peña Gómez, doña Peggy Cabral.

En principio el entonces presidente doctor Leonel Fernández propuso la suspensión de los comicios, pero el avezado y sagaz ex secretario general perredeísta se opuso firme y radicalmente a esa sugerencia, disponiendo que los restos del carismático líder fueron expuestos en el Centro Olímpico para que el pueblo le diera su último adiós, produciéndose la manifestación del duelo más gigantesca de los tiempos contemporáneos, comparable con el sepelio de Evita Perón, en Argentina.

El doctor Peña Gómez fue un hombre excepcionalmente fuera de serie, su liderazgo trascendió las fronteras nacionales, por eso su viuda Peggy Cabral, en una comparecencia en el acreditado programa de televisión “Aeromundo” que dirige don Guillermo Gómez, afirmó la semana pasada que la mejor herencia que le dejó Peña Gómez fue las relaciones internacionales, que permitieron que el candidato presidencial del PRD, Miguel Vargas Maldonado, fuera recibido como jefe de Estado en varios países, tales como Chile, Costa Rica, Perú y Panamá.

Personalmente no he tratado ni tampoco he conocido a un líder con un concepto tan alto de la solidaridad internacional y de la vocación humana. Al igual que millones de dominicanos y de otras latitudes del mundo lloré su irreparable pérdida. En un viaje al medio oriente, específicamente a Israel y a El Líbano, en 1983, en compañía del entonces diputado Ercilio Veloz Burgos, se me ocurrió preguntarle al guía oficial, a quién de los líderes dominicanos conocían en esa lejana región, y me respondió que a Peña Gómez, por su vinculación con la Internacional Socialista. Fue realmente un momento de orgullo de nuestra nacionalidad.

La impronta y el legado del doctor José Francisco Peña Gómez tienen que ser reivindicados. Sus anhelos y sueños de justicia y bienestar social todavía forman parte de la agenda nacional. El formó parte estelar de esa trilogía de líderes mesiánicos, que completaban Juan Bosch y Joaquín Balaguer, un fenómeno político muy difícil de repetir.

¡Loor a la memoria de ese inmaculado líder, principal forjador de la democracia dominicana!…A José Francisco Peña Gómez, en el noveno aniversario de su inolvidable muerte.

Atentamente,
Miguel Pineda López

Publicaciones Relacionadas

Más leídas