Cartas
Una Navidad para reflexionar

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Señor director:
Pese a que vivimos en un mundo donde los que lo habitamos nos dejamos arrastrar por el egoísmo y egocentrismo, si a él le quedarán veinticuatro horas de existencia, de seguro que veríamos que todas las líneas telefónicas, los chats, correos electrónicos y otros medios se saturarían de personas que se comunicarían con alguien para decirle: ¡Perdóname! ¡Te amo!.

Resulta difícil en el seno de nuestras familias y la sociedad a la que pertenecemos, expresar: ¡Te quiero!, ¡Perdóname! ¡Ayúdame!, sin embargo, debemos tomar el luminoso sendero de decirlo y llevarlo a práctica, en razón, de que si contemplamos nuestro entorno social veremos que las personas que viven en estas virtudes son las que más debemos valorar, no sólo por tener la valentía de hacerlo, sino también por ser las más felices y realizadas.

Por ello que es confortable hacer parte de nuestra experiencia la plena vivencia de estos valores que Dios nos ha regalado, procurando siempre a alguien que esté necesitado que se manifieste en él el Perdón, Amor y la Misericordia, para sentir los gloriosos resultados que engendra el hecho de edificar nuestras vidas teniendo por sustento la paz, la unión y la confraternidad.

Lo expuesto nos invita a vivir en plenitud enfrentando la falta de práctica del don del amor por ser su ausencia la generadora de los males que no nos permiten crecer como individuos y como colectividad, debiendo pues conducirnos por el rumbo que nos traza el gozo y alegría que se tiene por medio de la felicidad y el bienestar común.

Es por ello que en estos tiempos que nos adentramos en la Navidad y con ella en el misterio del nacimiento del Mesías y Redentor: Jesucristo, debemos cristianos y no cristianos, entrar en un serio proceso de reflexión y cuestionamiento, a fin de determinar que estamos dando de si mismo para edificar y construir mejores familias y por ende una mejor sociedad.

Por tanto, para encarar los graves problemas que nos laceran y que nos impiden crecer como seres humanos, debemos abrazarnos al amor, la bondad y la misericordia, por ser la única vía y alternativa que tenemos para vencer el mal, debiendo pues entender el porqué Dios nos regaló como mandamiento el amor, y la razón de ser, de porqué Cristo quiso que entre los humanos se tomase el camino de amar servir y dar, a fin poder llevar nuestro mundo por senderos mejores, así como para prepararnos para ser dignos para entrar en el mundo de la vida eterna.

Atentamente

Ysócrates Andrés Peña Reyes

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