Nadie es mezquino para no reconocer la capacidad intelectual y la gran cultura del presidente Leonel Fernández, quien sin duda es un erudito que domestica la palabra y que ha incursionado con éxito, por una chepa del destino, en el escenario político dominicano.

Mucha gente pensó que debido a esas cualidades del primer mandatario y candidato a la reelección presidencial, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado, su futuro sucesor, no podría desafiarlo a un debate público para discutir los principales problemas que agobian al país.

En un eventual debate entre el Dr. Fernández y el Ing. Vargas Maldonado no se va hablar de novelas, cuentos, historia universal ni de premios de literatura, sino de la penosa situación que viven los habitantes de esta media isla en el campo de la educación, la salud, la vivienda y la economía.

Por ejemplo, es difícil que el presidente Fernández pueda explicar el porqué de su constante violación a leyes adjetivas, como son las que obligan a entregar el 10% del presupuesto de la nación a los ayuntamientos del país y el 4% del Producto Interno Bruto al sector educativo.

También es un poco embarazoso para el aspirante a la reelección que pueda ofrecer las razones de violar las leyes de austeridad y de licitación para la contratación de obras y la compra de bienes y servicios, ambas infringidas con la compra de aviones tucanos al Brasil.

En un debate electoral se presentarían dos caras: una, la de un Gobierno fracasado representado por el presidente Fernández, y la otra, la de un gerente exitoso durante 33 años ininterrumpidos de trabajo en el sector privado, fogueado bajo la tutela del Dr. José Francisco Peña Gómez, quien fue su mentor y guía, encarnada por el ingeniero Vargas Maldonado.

Para Leonel Fernández, imitador del ex-dictador ilustrado Dr. Joaquín Balaguer, de abrazarse al poder sin ningún tipo de miramientos, resulta engorroso exponer las variables que han incidido en el aumento de la pobreza, el desempleo, el hambre y el cierre de la mayoría de las empresas de zona franca.

Sin embargo, para el candidato presidencial Vargas Maldonado, el terreno es fecundo para demostrar con sus experiencias y sus habilidades empresariales cómo enfrentar con éxito los males que padece la república.

Es necesario significar que el candidato presidencial del PRD se destaca por el uso de la decencia y la ecuanimidad en el debate y por ser discreto de lengua, cauto y reservado, cualidades que debe tener un político, como lo señala Azorín, una figura de primer orden en la cultura universal.

Atentamente,
Hugo A. Ysalguez