Nuevamente regresando a la ciudad de San Pedro de Macorís, me interno en sus calles para buscar edificaciones cuya construcción de antaño tengan algún detalle estructural singular.

Así, llegando a la calle Hostos número 8, encuentro una de estas residencias señoriales de la época republicana. Es de un sólo nivel y en lo alto de su pared frontal tiene, en grueso altorrelieve, el año en que fue construida (1915).

Su fachada consta de tres ventanas y una puerta cuyos  marcos  poseen verticalmente triples molduras curvadas, unidas en el dintel que horizontalmente es su parte superior y que  divide un decorado formado por molduras laterales curvas que encierran un óvalo y una flor de lis.

Además, cada pared las separa un anta, o sea, una pilastra embutida en la pared, cuyo cuerpo verticalmente está estriado por cuatro huecos. Las antas  surgen de la base, que es su asiento, y que en esta ocasión  es de concreto, cuadrado, y con un cuerpo frontal adornado por redondeles.

Antes de llegar al friso del cornisamento, la pared frontal tiene   un par de molduras horizontales paralelas, también como adorno.

Le continúa, más arriba, el friso,  elemento horizontal que forma parte de la cornisa, la cual es la moldura horizontal decorativa sobresaliente en la que culmina el edificio.

Allí se puede observar un decorado de molduras formando flores, además, seguido está la ménsula, la cual es el adorno que, sobresaliendo de uno plano, sostiene un balcón  de techo muy singular. Este balcón es el más ornamentado que existe en toda la urbe petromacorisana, con curiosos balaústres colocados de cuatro en cuatro, cuyos cuerpos son unas molduras formando cortas ramas con hojas que circularmente se enroscan; los divide un bloque rectangular cuyo cuerpo frontal está ahuecado y encima de cada uno tiene  un globo ovalado de cuerpo estriado.

Y finalmente, en su fachada, a la derecha, se percibe la entrada del callejón que va al patio, el cual consta de un marco cuyo borde posee otro globo igual  al antes  mencionado.