Casa sana en primavera

Casa sana en primavera

Hay un libro abierto siempre para todos los ojos: la naturaleza”. Jean-Jacques Rousseau
 
En el Hemisferio Norte, el 20 de marzo llegamos al final del invierno y recibimos el equinoccio de primavera. La palabra Equinoccio viene del latín aequs (igual) y nox (noche), significando que este dia el dia dura lo mismo que la noche. Durante siglos, la celebración del regreso del sol invicto en primavera ha sido una de las ceremonias más importantes celebrada por nuestros antepasados.
 
Para los pueblos antiguos, el equinoccio de primavera es uno de los fenómenos de gran valor por dos razones:
1. En primavera brota la vida, todo florece y da frutos, 2. Es un momento cósmico en el que se concreta el equilibrio perfecto de los opuestos luz-oscuridad
 
En primavera la vida renace. Kobayashi Issa dijo: “En este amanecer de primavera, incluso mi sombra está repleta de vigor.” Si permitimos que el invierno cumpliera su función de reposar, silenciar y dejar dormir aquello que no teníamos la fuerza de sostener, en primavera la renovación de nuestra piel se realiza de forma natural, tal como lo hace una serpiente.
 
El despertar de la vida luego del invierno, es un símbolo de resurrección. Del mismo modo, durante la pascua el Cristo renace en la materia, trayendo de nuevo la esperanza de que la muerte es vencida por quienes ponen su confianza en la vida. El actor estadounidense Elliot Gould dijo: “Nadie puede ser esclavo de su identidad: cuando surge una posibilidad de cambio, hay que cambiar”. 
 
Una de las prácticas rituales más significativas de primavera es la renovación del espacio que habitamos. La casa que vivimos es nuestro reflejo. Ella muestra nuestros intereses, creencias, vacilaciones, espíritu y pasión. Transmite todo aquello que pensamos del mundo que nos rodea y de nosotros mismos. La casa es mucho más que un lugar donde ir a dormir y refugiarnos de los elementos: es el espacio en el que entramos en contacto con el universo.
 
La famosa sanadora de espacios Denise Lynn dice que el hogar es un punto de intersección en el tiempo-espacio que puede atraer o puede repeler la energía que nos ofrece el Universo. La casa puede ayudarnos a estar más fuertes y sanos, ser más exitosos en el trabajo, tener mejores relaciones con la familia, ser centros de regeneración y curación y ser un modelo de armonía donde nosotros y todo aquel que entre en la casa es invitado a ascender a una frecuencia espiritual superior.
 
La casa puede ser un punto donde coincidan la magia, el poder y la espiritualidad. En el siglo XXI la casa es de vital importancia; puede brindarnos un espacio sagrado donde recordar quiénes somos y para qué seguimos vivos en este preciso instante. Hoy día, el compromiso de mejoramiento personal y de ascenso espiritual es impostergable, y la casa es una excelente aliada para lograr ese fin.
 
El contenido de nuestra mente tiene una estrecha interrelación con nuestra casa. A su vez, la casa se relaciona con la energía del Universo.
Al armonizar y despejar la energía de la casa abrimos canales en nuestro espacio vital que optimizan la energía disponible y la devuelve en forma de luz y amor al resto del universo.
 
La primavera nos recuerda 3 principios fundamentales:
 
1.Todo está compuesto de energía:
 
Esta concepción de la vida se encuentra presente en las culturas de todo el mundo desde los tiempos más remotos. Toda forma de vida es energía y esa energía fluye y se mueve en corrientes incesantes y siempre cambiantes a través del tiempo y del espacio. El mundo que nos rodea y que está dentro de nosotros es una interacción de una pauta de energía (yin y yang) en relación siempre fluida.
 
Esa energía fluye y refluye a nuestro alrededor más allá de las limitaciones del pasado y el futuro. Somos parte de una historia atemporal e infinita, pero configurada según un patrón de luz y oscuridad. En la base de este movimiento existe un orden cósmico.
 
2.No existimos de modo independiente al mundo que nos rodea:
 
Muchas de las dificultades que algunas personas experimentan provienen de la creencia de que somos seres independientes, distintos de nuestro planeta, los animales y los árboles, separados los unos de los otros y en muchas ocasiones hasta de nosotros mismos.
 
No hay nada “ahí fuera” que no seas tú. La percepción que tenemos de una realidad lineal nos desconecta de esta verdad y aunque a veces se hace poco comprensible desde el intelecto, en nuestro corazón todos lo sabemos.
 
3.Todo tiene conciencia:
 
Hoy día, los cambios ocurren tan de prisa que están afectando profundamente nuestra manera de relacionarnos con los demás y con nuestro entorno. En el afán de ir a tono con la tecnología, hemos olvidado que todas las cosas (y todas las criaturas) están íntimamente vinculadas entre sí a través de la energía que les da vida.
 
Nuestros antepasados tenían una visión del mundo en la que todo se interconectaba y se relacionaba entre sí. Nada existe de forma aislada. Es necesario que podamos extender nuestro concepto de “identidad propia” más allá de los límites del tiempo y de la forma, para abarcar no sólo nuestra casa, sino también a toda la creación. La materia que nos da forma es la misma que ha materializado al sol, a la luna, a las estrellas, a el mar y a las montañas. El universo es la prolongación de tu cuerpo.
 
Abre las ventanas, camina por tu casa tocando una campana para llamar a los ángeles, coloca dulces cerca de la puerta de entrada, enciende incienso de jazmín, rosas o gardenias y coloca flores en varios lugares. Luego, invita al espíritu de la primavera para que te visite, compártele tus propósitos y pídele la bendición para que puedas florecer donde quiera que te planten.
 
¡Feliz equinoccio de primavera!

Más leídas