Casas del XVI

Casas del XVI

Turismo de alta gama en la Ciudad Colonial. Estas siete casas de encanto colonial ofrecen solo 21 habitaciones para hospedaje, lo que permite mantener un sello de privacidad y exclusividad

Entre los vetustos monumentos que mantienen viva la Ciudad Colonial de Santo Domingo se encuentran siete casonas, impresionantes, por no decir más, restauradas, revalorizadas y exquisitamente decoradas, con la encomienda de ofertar un turismo de alta gama – pero diferente- cimentado en pilares como la privacidad, exclusividad y esmerada atención al cliente.

Estas casas forman parte de la primera etapa del ambicioso proyecto Casas del XVI, un concepto de hoteles boutique, único en el mundo, no solo por su esencia, sino por estar ubicadas en la ciudad más antigua de América, declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, en 1990.

Sus angostas calles, callejones, monumentos, iglesias, museos, creaciones artesanales y eventos culturales puntuales aportan un plus invaluable a esta innovadora oferta, que rema, por demás, a favor del auge del turismo cultural.

Cada una relata su historia y resguarda con celo su esencia; el equipo que las intervino, especializado en arquitectura patrimonial, arqueología y diseño de interiores, veló por su máximo respeto y cuidado en preservación.

Simplemente, siete pequeños tesoros, dentro de un gran tesoro, que se proyecta en el tiempo sean 16. Coincidencia o muy bien pensado cálculo.

Ignacio Peñalver, gerente general, nos da la bienvenida, y de la mano invita a los lectores de este diario a explorar cada uno de los interesantes y exquisitos ambientes. Este español, un enamorado de la historia colonial, lleva seis años en la posición y en el país, vino atraído por el proyecto, junto a su esposa y cuatro hijos, y de aquí – exclama- “no me voy”.

El punto de encuentro e inicio del recorrido fue la Casa del Árbol, en la legendaria calle Padre Billini. Desde ahí nos adentramos en un estado de pura contemplación, que finalizó, sin que quisiéramos, tres horas después. Una experiencia global por las casas y paradas estratégicas, la misma que experimentan los clientes.

Este proyecto turístico comenzó a fraguarse con la restauración de la primera casa: la del Mapa, más tarde se sumaron la Casa del Árbol, Casa Macorís, Casa del Diseñador, Casa Antillana, Casa del Pozo y Casa de los Vitrales.

Sus intervenciones, nos cuenta Peñalver, tardaron entre 22 y 30 meses. En algunas, como en la Casa del Diseñador, se encontró escondido un arco colonial, lo que obligó a su restauración y valoración como punto focal en la residencia.

El diseño de interiores, a cargo de la dominicana Patricia Reid, armoniza a la perfección; logró recrear, en algunas de las casas, ambientes elegantes a la usanza de la época, con muebles originales y réplicas muy bien logradas. En otros espacios, aires tropicales acogedores, engalanados con una muy fina artesanía local y coloridas obras pictóricas de su autoría.

Todas están bien cerca, por los predios del Convento de los Dominicos, en la Padre Billini, 19 de Marzo y calle El Conde, incluso, algunas se interconectan por sus patios traseros, favoreciendo, explica Peñalver, la seguridad y tránsito de los clientes y logística de los empleados.

En una segunda etapa, pretenden seguir en los alrededores de la Arzobispo Noel, entre Arzobispo Meriño y Eugenio María de  Hostos.

Todo surgió en 2012- 2013 y, desde entonces, ha sido un éxito, incluso en tiempo de pandemia. Tras la reapertura del turismo, el pasado 1 de julio, comenta Peñalver, potencializaron su concepto e innovaron con ‘eventos boutique’ y ‘burbujas’, manteniendo así cautivos a sus clientes.

¿Para Semana Santa? Contesta Peñalver: “Queremos mostrar nuestras iglesias, sin que abarquemos un turismo religioso, sus historias, por qué hay tantas en tan pocos metros. Tenemos meses trabajando en un guion”, dice.

Casa del Árbol

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Es una típica casa colonial, con salones perimetrales que envuelve un acogedor patio interior. Su techo romano, aljibe, arcada de ladrillo y muros de mampostería indican que pertenece al siglo XVI. Se llama Casa del Árbol porque en el patio hay una enome y centenaria mata de mango que tiene frutos todo el año. Durante la construcción de la Catedral Primada de América, uno de sus arquitectos, Antonio Febrillet, se alojó en esta casa. Sus baldosas de color gris son las mismas usadas en la Catedral. Junto a la Casa Macorís y Antillana es una de las más visitadas; acoge al visitante dando la sensación de un verdadero hogar.

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Casa de los Vitrales
Es un edificio neoclásico-ecléctico, obra del arquitecto Antonín Nechodoma. Data de 1911-1912. Sobresalen los vitrales y pisos importados de Alemania, Francia y Estados Unidos. Está destinada exclusivamente para eventos sociales y corporativos. Las demás casas son empleadas para alojamientos y eventos.

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Casa del Diseñador
Nuestro Oscar de la Renta la alquiló por espacio de 12 años, era su residencia cuando venía a Santo Domingo. Está dedicada a todos los diseñadores dominicanos. Tiene dos habitaciones, sala, una terraza y un elegantísimo patio español.

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Casa
del Pozo

Sus muros datan, según estudios arqueólogicos, de los primeros años de la ciudad. Fue posiblemente dedicada a negocio o almacén. Con su nombre se hace un homenaje a un pozo antiguo que se encontró en el patio.

Casa Macorís
Promueve el folklore dominicano
Tiene una fachada tipo almacén, estilo popularizado en el siglo XIX, múltiples puertas que invitan a entrar.
La explosión de color que Patricia Reid empleó en sus diferentes espacios dan una sensación de alegría.

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