“Cascanueces”: el encanto y la pasión de un ballet de Navidad

“Cascanueces”: el encanto y la pasión de un ballet de Navidad

El Ballet “Cascanueces”, con coreografía de Carlos Veitía, fue presentado en el Teatro Nacional, con la participación de bailarines del Ballet Nacional, Ballet Concierto y la Escuela Nacional de Danza.

“Cascanueces” ha sido el más presentado en nuestro país, en la década de los 50 del pasado siglo, Magda Corbett fue introduciendo en sus presentaciones números de este ballet como El Vals de las Flores y las danzas de carácter, y en 1968 por primera vez, como ballet completo, en Bellas Artes.

En diciembre de 1979 la Academia de Clara Elena Ramírez y el Ballet Clásico Dominicano ofrecen en el Teatro Nacional su primera versión de este clásico, con coreografía del joven Carlos Veitía; años después en 1994, Veitía como director y coreógrafo de Ballet Concierto, presenta este ballet tradicional.

Durante nuestra dirección en el Teatro Nacional 2000-2004, hicimos tradición con “Cascanueces”, con cuatro versiones de Veitía, quien regresa en 2005 y 2009.

En Bellas Artes en 2009, “Cascanueces” fue presentado por la “Academia de Ballet Doris Infante”. Veitía presenta de nuevo este ballet en el Teatro Nacional en 2016 y 2017.

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Cascanueces

Es un ballet inspirado en el famoso cuento del compositor y escritor prusiano E. T. Amadeus Hoffmann, “El Cascanueces y el Rey de los ratones”, publicado en 1819 en los “Fratelli di San Serapione”, en la versión de Alejandro Dumas –Padre-.

En su exégesis, Dumas conserva la naturaleza de la fábula, en la que se mezclan las ilusiones de la infancia y la oscuridad del inconsciente, y en su simbolismo busca la belleza y la bondad, a veces escondida tras el rostro de un personaje.

En esta versión sencilla de Dumas, se inspira Marius Petipa para su libreto del ballet “Cascanueces”, con música de Piotr I. Tchaikovski, una de las más geniales compuestas para ballet, y sobre este libreto y música se inspira el coreógrafo Lev Ivanov.

El ballet fue estrenado el 5 de diciembre de 1892, en el Teatro Mariinskii de San Petersburgo, teniendo desde entonces infinidad de versiones.

El espectáculo

El prólogo musical propicia en un lateral, la primera escena, el taller de Drosselmeyer, evocador de magias y componedor de juguetes.

Se inicia el primer acto en la casa de la familia Stahlbaum, la bella y sencilla escenografía de Fidel López, recrea el hermoso salón burgués de finales del siglo XIX, donde se celebra la Navidad.

La llegada de Drosselmeyer torna aún más festivo el ambiente y regala a “Clara”, personaje central de la obra, un “cascanueces”; el muñeco en su duplicidad se constituye en la esencia de la fábula.

La joven Diana Dopico, es la perfecta imagen de “Clara”, en su danzar expresa la inocencia y los sueños, acompañada de Fritz, interpretado por Ángel Gabriel. Nuevos juguetes van llegando, el Arlequín y Colombina -Emilianny Fernández y Pedro Pablo Martínez- encantan, asumen las características de estos personajes de la Comedia del Arte. Figurantes y bailarines dan vida a esta escena festiva.

Termina la fiesta, el salón queda vacío, Clara junto a su cascanueces, en un rincón, duerme y sueña, convertida en una joven. El árbol de Navidad ha crecido, los ratones inundan la estancia, inicia la batalla, el cascanueces es el héroe, convertido en el príncipe soñado, Sander Roberts, muestra buena técnica y junto a Clara en un bello diálogo, ofrecen una bella estampa danzada, y luego en su trineo inician un viaje de ensueño; la escena se transforma, llegan Reino de las Nieves. La creatividad de Veitía se decanta en este ballet blanco, Los Reyes de las Nieves, -Demi Issa y Laura de los Santos ejecutan un hermoso paso a dos.

El segundo acto en el “Reino de la Fantasía”, cambia la escenografía, se torna colorida, se inicia el “divertimento”, con la llegada de los ángeles, aparece Drosselmeyer, que de nuevo encanta, la actuación de Alexander Duval es excelente, histrionismo y movimientos continuos con su capa alada, logra la magia, en que nos envuelve a todos.

Continúa el divertimento con la Danza Española; luego la Danza Árabe, con una gran intérprete Anayilda Jáquez que impregna de sensualidad a su danza a cuyas insinuaciones responde Luis Pérez; continúa la Danza China.

La Danza Rusa nos remite al “Trepak”, exige fuerza y destreza, lograda por sus intérpretes: Jonathan Castillo, Jean Carlos Ramos y Joendy Genao.

Luego de la la Danza del Mazapán, la llegada de “Mamá Jengibre”, gigante y prolífica es una escena llena de encanto, para los más pequeños. Silvia Valenzuela luce estupenda con la elocuencia de sus gestos. La inmensa prole sorprende con el acoplamiento de los infantes.

Uno de los momentos más hermoso de este ballet es “El Vals de las Flores”, Karla Espaillat es una “Gota de Rocío” espléndida. El gran “Pas de deux” de gran lirismo, es un reto para sus intérpretes, Lya Gómez y Pablo Paredes, sobresalen en sus variaciones.

La apoteosis y epílogo, es la metáfora, en todo cuento de hadas, hay un final feliz. La danza, más allá de la narrativa, es el arte del espacio y el movimiento, y en cada una de sus creaciones, Carlos Veitía deja su impronta.