República Dominicana no entiende la importancia de los cascos homologados para prevenir fallecimientos por accidentes de tránsito de motociclistas. Hasta ahora, ministros de Salud y de Obras Públicas, directores del INTRANT y DIGESETT, no hicieron lo que pudieron para concretar esta recomendación.
Siete de cada 10 fallecidos son hombres motociclistas menores de 25 años. Banco Mundial registra tasas de 65 fallecidos cada 100 mil habitantes para República Dominicana. Este valor arroja unas 6,848 muertes. El mundo presenta tasas bajas de alrededor de 17 por 100 mil. Sobre si son 6 mil fallecidos como dice Banco Mundial o tres mil como subraya INTRANT, no debatiremos.
Un dominicano que pueda ser salvado de la muerte por utilizar un casco homologado, es suficiente. Todas las cifras de accidentes mortales en el tránsito son de luto familiar, vergüenza internacional, señal nociva para el turismo y pérdidas de millones de pesos en atenciones de salud que pudieron darse a otra prioridad.
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Los cascos homologados protegen cráneo, cerebro y muy en especial la médula oblongada y bulbo raquídeo. Áreas del sistema nervioso central que contienen ejes neurológicos de control de signos vitales, en especial la respiración. Si se asumen 6,848 fallecidos anuales puede afirmarse que 4,794 son motoristas que sufren politraumatismo craneoencefálico, fallecen por paro cardio-respiratorio.
Un casco homologado no es un gorro de polietileno. Tampoco un protector de los utilizados para jugar béisbol; menos un gorro nazi de color negro. Este casco tiene la capacidad de proteger la cabeza de un impacto generador de 300 a 2,400 gramos de fuerza contra el cerebro.
Sabemos que los 3,603 agentes de la Policía de Tránsito de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre son insuficientes para vigilar 5.5 millones de vehículos. Menos para someter a la obediencia 3.6 millones de motocicletas.
De ahí que el Plan Estratégico Nacional de Salud 2030 considere operativos mixtos, ferias de seguridad vial y una alianza con empresas corredoras de seguro. Entre todos los sectores, se destaca la Fundación MAPFRE, y su directora Pierina Pumarol, quien subraya que las motocicletas son un “verdadero peligro’’. Representan 70% de los que fallecen.
Las empresas de seguro tienen mucho que aportar, tanto con donaciones de cascos, como en la base de datos sobre accidentes. La prevención debiera orientarse con una alianza estratégica para proteger vidas; operativos viales mixtos con participación social y ferias de seguridad vial que hagan firmar una carta ciudadana a cada motorista y done miles de cascos homologados, muy en especial si se realizan en las Rutas de la Salud que impulsa exitosamente Salud Pública.