La vida muchas veces nos brinda oportunidades diversas; nos permite reír, llorar, tener éxito, fracasar (primer paso para ser exitoso), y a mí en este caso, la vida me permite comparar dos casos que sucedieron con cierta similitud en el tiempo , pero en espacios y condiciones diferentes, aunque en ambos se encuentra involucrado mi bello país, la República Dominicana.
Hablemos de Gabriel (el pescaito) y de Pedernales, en el primer caso un ciudadano de origen dominicano, es el verdugo y en el otro caso dos dominicanos son las victimas. A miles de kilómetros en una localidad Almeriense (España) Ana Julia comete un crimen atroz que termina con la vida del pescaito, un niño español de tan sólo ocho años. No tan lejos, en nuestro propio territorio unos ciudadanos haitianos, matan a una pareja de ciudadanos dominicanos. Estos dos casos, ilustran la violencia y el crimen, desde dos ópticas muy distintas, pero siempre con un objeto común, al menos un ciudadano dominicano aparece en escena. Dos situaciones con un principio muy parecido, pero con un final muy distinto si hablamos de las consecuencias para los verdugos en cada caso.
El caso pescaito terminó con la culpable esperando condena; la cual queremos todos sea ejemplar. A la condena, le siguió un repudio total por parte de los españoles y también de los dominicanos establecidos en España, y qué decir de nosotros, que en mi caso pienso que todos los años de cárcel no son suficiente para remediar el daño causado por Ana Julia; aunque el Estado democrático y de derecho que impera en el Reino Español le garantiza su vida, si alguno quisiera vengarse con más violencia. Un caso éste, inevitable por demás, puesto que es producto de las maquinaciones de un cerebro desquiciado y un alma envenenada.
El caso Pedernales, dos o tres individuos de origen haitiano, los cuales no se saben realmente quienes son, matan a una pareja de dominicanos, usando una motocicleta y unos cuantos pesos como motivo. Pero ¿dónde estaba la justicia para decir presente en este hecho? ; ¿dónde estuvo la prevención del delito ante un caso triste y lamentable que encuentra solución en la huida de los culpables por nuestra frontera “coladero”? Lógico que la impotencia lleve a los dominicanos a tomar decisiones in extremis, pero la violencia nunca será el camino, porque sólo traerá más violencia.
Dos casos violentos que traen consigo indignación, pero que tuvieron dos respuestas diferentes. Ana Julia cometió un crimen por el cual pagará; fue conducida por los cuerpos del orden gracias a su servicio de investigación; se le garantiza su vida. El Estado se encargará de mantenerla con vida y que cumpla su condena. Los Haitianos en Pedernales asesinaron dos dominicanos, la policía ¿qué hizo? . Escaparon y no pagaron su culpa, ¿la justicia qué hizo? ; pasaron por la frontera “coladero”, ¿los militares qué hicieron? Bueno, lo que hacen siempre, dejar pasar de todo por ahí a cambio de llenar sus panzas hambrientas y en algunos casos no tan hambrientas. Lógico que los dominicanos desesperados, actúen de forma equivocada.
Es obligatorio crear un régimen de consecuencias, porque si el anarquismo se adueña del escenario, lo de Pedernales será como un cuento de hadas, comparado con lo que pudiera pasar si una vez y por todas, la autoridad no establece un orden a todos los niveles.