Caso Valsartán: una guerra comercial

Caso Valsartán: una guerra comercial

Quien suscribe tiene más de 30 años ejerciendo la cardiología, y en ese tiempo he tenido la oportunidad de ver y de aprender muchas cosas. Para entender esto primero hay que saber que la industria farmacéutica, con sus aportaciones, ha logrado prolongar la vida de billones de ciudadanos en todo el mundo. Es extremadamente poderosa, con capacidad para doblegar cualquier gobierno; pero además de sus buenas acciones es una industria tan sucia como las de las armas.
Vamos a conocer algunas historias: A principio de los años noventa salió una publicación de emergencia pidiendo a todos los cardiólogos a nivel mundial que dejaran de usar la nifedipina, debido a la gran cantidad de accidentes cerebro-vasculares que estaba originando. Eso creó una alarma de la misma magnitud de la que ocurre ahora con el valsartán. En esa época los pacientes saturaron los teléfonos de los consultorios, no sólo para pedir información, sino para solicitar que le cambiaran el medicamento.
Fue una situación muy engorrosa, pero luego supimos que se trató de una guerra comercial y la nifedipina se sigue usando, aunque menos que antes, porque han surgido otras sustancias más depuradas como el mismo valsartán. Para los hipertensos nefrópatas la nifedepina sigue siendo el anti-hipertensivo de elección.
Otro caso: Hace aproximadamente unos diez años que un distinguido y excelente laboratorio de República Dominicana comenzó a producir el irbesartán, una sustancia de muy buena calidad anti-hipertensiva, con un precio menor en un 75% que el original, pero el laboratorio que todavía tenía la patente porque no había vencido, sometió al laboratorio dominicano a los tribunales, y un juez falló ordenando sacar el medicamento genérico del mercado. Cuando los pacientes que lo usaban no conseguían el producto en la farmacia, pasó lo mismo: llamaban a los consultorios.
Al final hubo una negociación en la que se acordó que el laboratorio dominicano, para seguir produciendo el medicamento, tenía que comprarles la materia prima a ellos. Cuando el medicamento comenzó a venderse de nuevo, el precio era superior en un 100% al anterior, y los efectos terapéuticos no eran los mismos porque la materia prima la enviaban alterada. Eso nunca salió a relucir en la prensa.
Existe una historia larga de obscenidades y situaciones complejas: cómo se explica que 30 pastillas del losartán original cueste en la farmacia más de dos mil pesos; en PROMESE cien pastillas de ese mismo producto tiene un precio de 50 pesos, y en la farmacia una caja de 30 pastillas del genérico se vende a unos mil pesos.
En el caso Valsartán, lo que explican los entendidos es simple: solamente se trata de los laboratorios que para su producción han usado una sustancia llamada n-nitrosodimetilamina, que se considera que tiene efectos cancerígenos, pero los medicamentos que no tienen esa sustancia se pueden usar sin problemas. Mi hija usa valsartán, y ni yo ni su médico se los hemos prohibido.
Sospecho, sin confirmación, que detrás de todo esto está involucrado el laboratorio original-fabricante debido a las bondades de esta sustancia. Me parece que este anti-hipertensivo es uno de los más vendidos a nivel mundial, y en su forma genérica el 95% y apenas un 5% del original.
Suiza tiene una industria farmacéutica de las mejores el mundo y esos dos medicamentos que hemos mencionado son de origen suizo y éstos son celosos con sus productos. Han demostrado que cuando les copian sus fórmulas no saben quedarse de brazos cruzados.
Olvídense, el Valsartán se continuará usando por muchas décadas o hasta que aparezca otro que lo supere en calidad. Únicamente se trata ahora de una guerra comercial.

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