Cada día me sorprende más la variedad de frutos que es capaz de producir nuestra tierra. Indudablemente, su diversidad produce asombro. Visitando recientemente la provincia María Trinidad Sánchez (Nagua) conocí el buen pan, también llamado castaño, un alimento que pude disfrutar de varias maneras.
Esta planta se cultiva en regiones tropicales, y se puede decir que es silvestre. Es común ver en los patios de las casas de esta comunidad cantidades de árboles, que nacen, crecen y se reproducen prácticamente solos.
Los pueblerinos explican que este alimento es una maravilla, que puede ser consumido hervido en trozos, en mangú o machacado con mantequilla o aceite de oliva.
También se puede preparar frito. Si decide hacerlo de esta forma, los nagueros explican que es preferible escoger el fruto nuevo o sin madurar. Para prepararlo solo tiene que pelar el fruto, retirar su centro, partir en forma de papa rallada o en trocitos, esperar que el aceite esté bien caliente y echar a freír.
En dulce también se le saca provecho al castaño: solo es cuestión de hervirlo con especies como canela y clavos dulces, leche y azúcar.
¡Y qué decir del salcocho! en este plato el buen pan se la luce. Aporta su rico sabor, el cual da la sensación de que estamos comiendo un híbrido de yuca y papa y además, sirve para añadir espesor.
El buen pan no tiene desperdicios, la variedad de formas de preparar que brinda evita que nos cansemos de consumirlo.
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Características
El buen pan (castaño) es generalmente redondo, ovalado y mide entre 9 y 20 cm de ancho y más de 3 decímetros de largo, como un melón. Puede pesar desde 8 o 9 gramos hasta 13 libras. La piel tiene entre 5 y 7 capas, cada una de las cuales pertenece a una flor individual. La textura es suave y carnosa.