¡Castigo, castigo!

¡Castigo, castigo!

Lamentablemente la civilización ha funcionado siempre a base de castigo a quien daña a  los demás, trátese de uno o de muchos. Jesucristo, supremo e inalcanzable paradigma incomprensible para las limitaciones humanas, ejerció premios y castigos, abarcando seres humanos, animales y  vegetales. Es decir, todas las formas de vida.  El perdón existía para El, sólo en ámbitos de justicia, de piedad entendible. En el evangelio de Lucas (12, 47) leemos: “El criado que sabe lo que quiere su amo,  pero no está preparado ni le obedece será castigado con muchos golpes”  ¿Es que algunos importantes personajes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD)  elevados a altitudes jerárquicas a partir de la honestidad de  Juan Bosch –la  cual defraudaron- no merecen,  como  el país  requiere, “ser castigados con muchos golpes”, como señalaba Jesucristo? 

Por supuesto que sí. El castigo es necesario. Con toda razón afirmó el rey Luis XIV de Francia en sus Memorias sobre el Arte de Gobernar que: “Un remedio bien empleado desde un principio impedirá tener que usarlo con más frecuencia en lo sucesivo”.  

Aclaremos que,  naturalmente, los complicados requerimientos de la política  demandan o aconsejan ciertas dilaciones, mesurados retardos en la puesta en marcha de actitudes, pero no  hay que equivocarse…se trata de retardos prudentemente calculados y tenidos permanentemente en cuenta para su activación en el momento oportuno. Se trata de una milenaria herramienta política que aconsejaba en muchas direcciones uno de los siete sabios de Grecia, Pítaco de Mitilene: “Kairon gnothi”, que los romanos llevaron al latín como “Nosce tempus”: “Conoce el tiempo, conoce el momento oportuno”.

Pero se trata de un momento, de una circunstancia mudable, nunca de una situación estable y  larga, sólo cambiante en las áreas y territorios en que hace daño, a menudo irreparable.                

Lo que resulta preocupante para los dominicanos de hoy es cierta característica que luce asentada en personajes del PLD, eso que, pintorescamente, un relevante, brillante y valiente peledeísta, Euclides Gutiérrez Féliz, ha calificado de “galloloquismo”, cuyos criterios fundamentales han sido apoyados  por dos destacadas   educadoras con larga trayectoria en el Partido: Ligia Amada Melo y Alejandrina Germán.

El buen sentido peledeísta está preocupado por el rumbo que llevan los hechos. Y no les falta razón, según podemos ver quienes, desde fuera y bastante desinformados, sólo podemos percibir los más burdos desaciertos, la desconcertante carencia de elemental buen sentido político, de pudor  y de una acción razonablemente consecuente con las elevaciones morales y conductuales que constituyen el legado de Bosch.

No quiero pensar que  el ideario político de Bosch todavía nos quede muy grande, hasta el punto de que a nuestros políticos les resulte imposible vestir adecuadamente tal toga de moralidad y buena intención patriótica, creyendo en las necesidades de educación, disciplina, honestidad y sincera actuación. El hedonismo y la superficialidad delincuencial descontrolada están carcomiendo las esencias de la República Dominicana. Hace falta castigo. Duro castigo, carente de capricho y de ira. Castigo justo y amplio. Ya escribía Séneca  que “El castigo debe ser sereno y razonable; entonces no daña, sino que cura bajo las apariencias del daño”. Urge detener la impunidad y el desquiciamiento.

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