LA HABANA, Ene 30 (AFP) – El presidente cubano Fidel Castro acusó este viernes al mandatario estadounidense George W. Bush de haber planeado su asesinato para derrocar al régimen socialista vigente y advirtió que está dispuesto a «morir combatiendo» si Estados Unidos concreta sus amenazas militares de invadir la isla.
«Sabíamos que el señor Bush se había comprometido con la mafia de la Fundación Cubano Americana para asesinarme. Lo digo y lo acuso», dijo Castro, durante el discurso de clausura del III Encuentro Hemisférico de Lucha Contra el ALCA, que reunió en La Habana a un millar de delegados de 32 países de la región.
En un discurso improvisado de más de cinco horas y media de extensión, el líder cubano pasó revista a la evolución histórica del continente y del mundo, fustigó al «capitalismo neoliberal» y a los procesos de globalización, pero dedicó la mayor parte de su tiempo a denunciar la «actitud beligerante» de Estados Unidos.
Tras denunciar el «compromiso» de Bush con sectores anticastristas de Miami para asesinarlo, Castro ironizó al señalar que «este difunto todavía puede hablar. El difunto puede hacer planes, no está muerto».
«Y no se crean los idiotas que estamos perdiendo el tiempo, que nosotros sí trabajamos en lo que hay que trabajar. Este país jamás se rendirá, jamás depondrá las armas», subrayó.
El dirigente cubano, de 77 años de edad y 45 años en el poder, destacó que su país no desea «bajo ningún concepto el costo de una guerra» contra «el imperialismo yanqui», pero advirtió que, pese a las presiones que recibe en forma constante desde Washington, «no cederemos ni un ápice de nuestros principios».
«Yo lo que les digo es que no pido sobrevivir a una guerra. Yo ya he hecho mi parte y la que me queda es la que me queda. Con armas en la mano, no me importa la forma en que muera, pero con seguridad de que si nos invaden, moriré combatiendo», aseguró Castro bajo la ovación de su auditorio.
Luciendo un impecable traje sastre, en lugar de su habitual uniforme de combate, el líder cubano empleó 50 minutos de su discurso para leer cables de agencias de noticias que reproducían declaraciones hostiles a su gobierno por parte de diversos funcionarios de la administración estadounidense.
«Están deseando que me muera pronto. Muerto el perro se acabó la rabia; esa es su teoría», indico el mandatario a los dirigentes campesinos, líderes sindicales, delegados de organizaciones indígenas, estudiantes y militantes antiglobalización que asistieron al cónclave contra el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Pero de inmediato, y en tono jocoso, precisó que lleva una vida «muy disciplinada» y que su «pulso y presión son óptimos», para aventar cualquier especulación sobre su estado de salud que pudiera precipitar la caída de su gobierno.
Criticó además la estrategia de Washington hacia Cuba, por haber creado una comisión encargada de «acelerar un proceso de transición» en la isla y de dar apoyo a la disidencia interna, a cuyos integrantes calificó de «simples mercenarios».
De inmediato puso en entredicho la inteligencia del presidente de Estados Unidos por la conducción de su política exterior y afirmó que «el señor W. Bush no puede siquiera conversar con un estudiante de secundaria básica de Cuba».
A lo largo de su discurso, Castro elogió una y otra vez a su amigo y aliado político, el jefe de Estado venezolano Hugo Chávez, y precisó que «Venezuela tiene un terreno fértil para un proceso revolucionario», aunque dejó en claro que «cada país tiene una alternativa diferente» para llevar a cabo su destino político.
«Todos los países tienen su camino. Nosotros hicimos el nuestro», dijo, y advirtió que no era partidario de que se copiaran modelos revolucionarios.
«La copiadera y el sectarismo, como aquel que en una época enfrentó a la izquierda entre prosoviéticos y prochinos, hizo mucho daño», agregó.
El III Encuentro Hemisférico de Lucha contra el ALCA, que comenzó en La Habana el lunes pasado, concluyó con un «llamado a todos los pueblos» a movilizarse para impedir la creación de un área de libre comercio regional bajo la égida de Washington, cuya puesta en funciones está prevista para el 2005.