Casualidades en la vida

Casualidades en la vida

Debido a cierta rigidez psíquica de la mente del homo sapiens, nuestro pensamiento, mayormente antropocéntrico, crea toda una gama de falsos supuestos, los cuales solamente el tiempo y los hechos nos obligan a romperlos.

La casualidad es definida como la combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar. Muchos de los acontecimientos que damos por fortuitos, una vez que se analizan cuidadosamente, comprobamos tardíamente, que los mismos obedecían a motivos concretos presentes, los cuales habían sido ignorados o subestimados de modo continuo.

En la jerga dominicana es común oír decir a alguien: Tocó la casualidad que estando en tal o cual sitio me encontré con fulano de tal. Luego te enteras de que el tal fulano hace tiempo andaba detrás de ti deseoso de un encuentro hasta que finalmente logró su propósito que tu catalogas como hijo del azar.

Una cosa es que a usted le están persiguiendo y no lo sepa, o que usted se mueva por donde no es recomendable transitar. Resulta muy cuesta arriba que una persona cuerda invite a una devota católica a bailar en medio de la solemnidad del rito de una misa en la Catedral; sin embargo, nada tiene de casual que un galán la invite a danzar en una fiesta matrimonial.

Otro ejemplo es el de un exaltado fanático simpatizante político que relata: Me salvé de chepa ya que en el mitin se armó una balacera encontrándome en medio de esta.
Cuando una menor resulta embarazada asume una serie de riesgos con los que los veteranos médicos especialistas en gineco-obstetricia, están bastante familiarizados como para tomar las medidas preventivas oportunas.

Igualmente, una parturienta que luego del alumbramiento comienza a sangrar profusamente hasta llegar al “shock” hemorrágico, no debe considerarse una casualidad su deceso si no se toman las medidas pertinentes que ese tipo de circunstancias exigen.

Un individuo ebrio que conduce un vehículo de motor a una alta velocidad en una carretera o autopista de mucho tránsito, durante la noche en un fin de semana festivo, se expone a un serio accidente automovilístico que pudiera acarrearle la muerte.

Dicho percance fatal no puede ser catalogado como hijo del azar, sino el resultado de una obvia imprudencia y violación de las leyes de tránsito. Un niñito de 18 meses que perece ahogado dentro de una piscina mientras los descuidados padres se divierten tomando y escuchando música muy alta, no podemos catalogar el evento como una casual desgracia, sino como una negligencia.

Es una verdad de Perogrullo que nadie es eterno, pero tampoco deja de ser cierto que podemos vivir cada día más y en mejores condiciones, satisfechos y felices, libres de muchas enfermedades evitables.

Cuando se controle la pandemia de la covid-19 habremos aprendido útiles lecciones sanitarias, entre ellas la de saber lo importante que es un adecuado presupuesto estatal para el sector salud en una sociedad moderna organizada.

Estaremos más conscientes de la utilidad de promover nuevos hábitos sanitarios, medidas preventivas y pruebas diagnósticas oportunas para la población afectada.

La medicina forense a través de las investigaciones y análisis de las circunstancias de un evento fatal, la observación y registro pormenorizado de la escena en donde aconteció la tragedia, el estudio completo y detallado del cadáver y las vestimentas, así como los exámenes microscópicos, toxicológicos y microbiológicos de lugar, ha venido a reducir la incidencia de la casualidad a su mínima expresión.

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