A dos días del referéndum de autodeterminación prohibido, numerosos catalanes empezaron ayer a ocupar los puntos de votación designados por el gobierno independentista regional que aseguró tener listo el dispositivo electoral a pesar de la oposición de Madrid.
«Yo me quedo a dormir aquí con mi hijo mayor», declaró Gisela Losa, madre de tres alumnos en la escuela Reina Violant de Gracia, un barrio de Barcelona. «Tenemos 4 ó 5 familias que vendremos con nuestros hijos (…) mañana seguro que tendremos muchas más», añadió.
Tras 5 años reclamando un plebiscito sobre la independencia de esta región de 7.5 millones de habitantes, rechazado por el gobierno español de Mariano Rajoy, el presidente catalán Carles Puigdemont decidió llevarlo a cabo desoyendo las prohibiciones judiciales.
Esta región mediterránea, responsable del 19% del PIB español, se encuentra dividida sobre la secesión pero más del 70% de sus habitantes desea referéndum acordado con Madrid. «En estos momentos emocionantes, percibimos que eso que hace un tiempo solo era un sueño, ya lo tenemos al alcance», celebró Puigdemont.