El 5 de junio de 2018 se cumple un año de la crisis del Golfo estallada en Oriente Medio, el 5 de juniode 2017, cuando cuatro países, vecinos de Catar, como son Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto rompieron sus relaciones con este, retirando sus embajadores de Doha, alegando el inoportuno pretexto de que Catar pacta con el enemigo irreconciliable de los países del Golfo, como es Irán, sin pasar por alto acusar arbitrariamente a Catar de fomentar el terrorismo.
La crisis se remonta a cuando estos países hackearon el portal de la agencia de noticias del país a raíz de un ciberataque e insertaron en su plataforma falsas declaraciones atribuidas a Su Alteza el Emir que luego tomaron como pretexto para lanzar una ofensiva mediática, política y diplomática contra Catar.
El siguiente artículo es una retrospección consagrada a esa crisis sin visos de solución, para resucitar el trasfondo y los entresijos de esa ruptura infundada e injustificada con Catar y desde luego tratar de poner de manifiesto una vez más sus implicaciones que van desde el asedio de Catar, pasando por el cierre de fronteras terrestres, ma rítimas y aéreas contra el país, sin hacer caso omiso a las amenazas, las intimidaciones y las maniobras contra la soberanía del país, con el propósito manifiesto de arrodillar el pueblo e incluso más derrocar a su régimen contrariamente a los principios fundamentales del derecho internacional.
Los cuatros países lanzaron inclusive, en su ofensiva contra Catar, un ultimátum a los cataríes para que abandonen a su país y maquinaron planes conspiratorios tendentes a sembrar la cizaña en el país con la intención de aislar a Catar y deslegitimar su régimen, reventando así una de las peores crisis en la región. El bloqueo de Catar por sus vecinos ha tenido, sin la menor duda, unas consecuencias socioeconómicas adversas sobre la población, poniendo en jaque los intereses de miles de familias y poniendo en riesgo los derechos de centenares de parejas mixtas, inmigrantes y expatriados residentes en los países del Golfo.
Un año después de la crisis, los países del asedio no han podido con sus maniobras y conspiraciones, ni aislar a Catar, ni derrocar a su régimen ni mucho menos arrodillar a su pueblo. A pesar de todas sus sanciones y represalias, Catar está mucho mejor que nunca. Por cierto, el país está, en estas circunstancias, en condiciones de resistir al asedio ilegal y el bloqueo injusto, pudiendo mantener la vida normal de sus ciudadanos y de la colonia de extranjeros residentes en sus territorios. Por otra parte, el Gobierno ha podido en poco tiempo, recurrir a planes alternativos para satisfacer sus necesidades en provisiones y víveres.
Esta crisis podría haber sido solucionada, si se hubiese optado desde su inicio por el marco competente para su solución, como es el Consejo de Cooperación del Golfo, pero desgraciadamente, los países del asedio no han querido suscitar la crisis en las instancias competentes del Consejo, prefiriendo la vía de la escalada y arremeter contra Catar y tachar a su régimen, pueblo e instituciones, mediante medidas desproporcionadas y absolutamente arbitrarias e improcedentes, para prolongar aún más la crisis y por tanto implicar a Catar en una guerra de desgaste, apostando por su quiebra a corto o medio plazo, mientras se trata en el fondo de una competencia sobre el protagonismo de la región que remonta a hace años.
A estas alturas, se conmemora esa efeméride para reiterar por enésima vez que la región está llamada más que nunca a implicarse aún más, para acabar con esa crisis estallada en esa región clave en el mundo hoy por hoy, para que se restablezca la normalidad en Oriente Medio, porque en definitiva, el retorno a la normalidad prima más que nunca para el mantenimiento de la seguridad y la estabilidad en esa región hecha ya un barril de pólvora que puede incluso dar una estampida en cualquier momento, si no se toman las decisiones convenientes y urgentes.
El asedio no ha doblegado de ningún modo al país y Catar ha resistido la presión, no ha cedido a las demandas irracionales e incoherentes de los países del asedio y el Estado no se ha visto afectado. En Catar hemos podido volar con nuestras propias alas y hemos podido contar con nosotros mismos y con nuestros socios y aliados, ya que hemos podido mantener el orden y mantenernos por nosotros mismos. En una palabra, la resistencia de Catar es una lección que se tiene que enseñar a las futuras generaciones de la disciplina de historia.
En resumidas cuentas, Catar ha respondido favorable y positivamente a todas las opciones alternativas tendentes a poner término a la crisis, mientras que en cambio los países del asedio no actuaron recíprocamente. Por otra parte, Catar está por la labor de poner término a la crisis, y sigue a pesar de todo tendiendo su mano para hallar una solución política a la crisis a través del diálogo y la mediación de Kuwait, siempre que no sea a costa de su soberanía e intereses, porque está convencida de que la persistencia de la crisis en la región tendrá en el futuro consecuencias nefastas y pondrá en peligro a la seguridad y estabilidad de Oriente Medio.
* El autor es embajador extraordinario y plenipotenciario de Catar en la República Dominicana.