¿Catástrofe económica?

¿Catástrofe económica?

POR ARTURO MARTÍNEZ M.
Los consumidores y los productores dominicanos, que vienen sintiendo la recesión, ahora se encuentran con la nueva de que las cosas aquí van de mal a peor, cuando se tenía la esperanza escuchar de boca del Presidente Fernández lo contrario, que aquí todo va de mal a mejor, a pesar del petróleo. Resulta que el Presidente Fernández ve con pesimismo el futuro de la economía dominicana, habló de catástrofe de seguir subiendo el precio de los combustibles.

La del Presidente Fernández fue una noticia desalentadora, pero la buena noticia es que nuestro Presidente afortunadamente se equivocó tres veces: a) No es cierto que el aumento del precio de los combustibles podría causar una catástrofe en la economía dominicana; b) Poco tiene que ver el aumento del precio de los combustibles con el deterioro de la economía; y c) No es cierto que sea imprevisto la baja en la producción y en el empleo. Paso a explicar los tres errores en que incurrió.

Todo el mundo sabe que el petróleo y sus derivados son los productos más influyentes en las economías, de modo que cualquier aumento en sus precios necesariamente afecta el sector real de la economía, me refiero a la producción y al empleo, pero también a la balanza de pagos y al sistema de precios. Me concentro sólo en los efectos sobre los precios, la producción y el empleo. Cuando se produce un aumento en el precio de los combustibles, también aumenta, aúnque no en la misma proporción, el precio de los de los productos que se comercializan y de los que no se comercializan internacionalmente, como elegantemente acostumbramos decir los economistas, que traducido al español significa que afecta el precio de los productos que exportamos, los que importamos, pero también el precio de una pelada donde el barbero, el que cobra el mecánico por el arreglo del carro, el que cobra el mensajero del colmado, etc. Es decir, todo aumenta, así como sucedió en 1973, cuando de un promedio de tres dólares el barril subió a veinte dólares, y en el período de 1979-1983, que subío a cuarenta dólar el barril, y como está sucediendo ahora. En la década de los setenta y en los ochenta, la economía no colapsó y ahora no tiene porqué colapsar.

Para explicar porqué el Presidente Fernández no tiene razón, cuando relaciona el aumento de precio de los combustibles con los malos resultados de la economía, hay que discutir el impacto que tiene en los consumidores el cambio de precio relativo entre los combustibles y los demás productos. En el análisis hay que incorporar el ingreso monetario de los dominicanos. Como han aumentado los precios de todos los productos de la economía, cambia la pauta de gasto de los consumidores, por la variación en los precios relativos (combustibles versus otros productos). No obstante el deplome de la inflación, el poder de compra del ingreso monetario de los consumidores se ha reducido, de lo que no se puede culpar al shock petrolero. En efecto ha sido la política pública, y no el shock petrolero, lo que ha mantenido la economía en estado recesivo, traduciéndose en una caída de la producción real y en el empleo. Si la producción real se hubiese comportado diferente, con un crecimiento que no sea el resultado de maquillaje contable, sin mayores problemas el poder de compra de los consumidores pudo absorber por completo ó una gran parte del shock petrolero externo, y la restricción hubiese estado por el lado de la balanza de pagos, en las divisas para adquirir el petróleo, y no en el poder de compra del consumidor.

La realidad es que el shock petrolero ha encontrado a los dominicanos en una situación súmamente débil, con ingreso monetario deteriorado por la  equivocada política pública que se ha venido aplicando. La crisis por la que atravesamos los dominicanos tiene pués dos causantes, la política pública y el shock petrolero, el primero mucho más impactante en términos relativos. Lo comprobamos cuando comparamos nuestra calidad de vida con la de los ciudadanos en otros países, la nuestra se deteriora con mayor rapidéz, a ellos les afecta sólo la elevación de todos los precios, por el incremento de los combustibles, porque el fenómeno es mundial. A nosotros, sin embargo, nos impacta además una política pública que ocasiona costos innecesarios.

El Presidente Fernández teme que el shock petrolero produzca un colapso económico, pero de llegarse a producir sería por el efecto de la política pública que aplica. La demostración está, además, en el hecho de que no se espera un colapso económico en los Estados Unidos, Canadá, México, Brasil, Chile, España, Francia, Inglaterra, en centroamérica, porque aúnque es verdad que aquí y allá el shock petrolero ha reducido el poder de compra de los consumidores, en el nuestro el deterioro ha sido más pronunciado, porque se suman los errores en la política pública. Además, el aumento de precio de los combustibles es por exceso de demanda, y no por cortes en la oferta, lo que quiere decir que la economía mundial crece, que no está en recesión como la nuestra.

SE PIERDE COMPETITIVIDAD

Por el shock petrolera la economía opera a un costo más elevado, eso es cierto, pero lo mismo sucede en el resto del mundo. En teoría, el shock petrolero no debería causar pérdida de competitividad en la economía dominicana, y de perder algo, lo explicaría el diferencial tecnológico. Sin embargo, los generadores de divisas se quejan de que sus ingresos se han reducido sensiblemente, que no pueden competir, por la política comercial que se aplica. Mientras en el resto del mundo los gobiernos propician una política comercial que alienta las exportaciones, en República Dominicana sucede exactamente lo contrario, se subsidian las importaciones de combustibles y de todos los demás productos, y se penalizan las exportaciones con un impuesto de 35 por ciento, el porcentaje en que se estima el peso está apreciado con relación al de equilibrio.

El sector generador de divisas está en una situación precaria, algunos hablan de quiebra porque no pueden competir, por las pérdidas de ingresos monetarios, a pesar de que en término real las ventas no se han caído, lo que quiere que si existiera una política comercial apropiada la situación fuera diferente. Está claro, pués, que la pérdida de competitividad de los sectores que generan divisas no se debe al shock petrolero, sino porque el gobierno se empecina en mantener una política comercial errada. Entonces no se puede afirmar, como lo hizo el Señor Presidente, que el colapso económico es imprevisto, como diría García Márquez, más bien se trataría de la crónica de un colapso económico anunciado. El gobierno prefiere que se pierda competitividad, que se pierdan ingresos, y sólo para perseguir un objetivo político que entiende le conviene, el anclaje de la tasa de cambio, y por eso se conforma con la estabilidad macroeconómica, como lo reconoció el comité político del PLD en su reciente espacio pagado, refiriéndose a las metas del gobierno.

Está claro que el Presidente Fernández no se preocupa por la pérdida de competitividad de la economía ocasionada, no por el shock petrolero, sino por la política comercial, se preocupa por el efecto que pueda tener sobre su objetivo de una tasa de cambio sobre-valuada. El anclaje de la tasa de cambio se exhibe como el gran logro del gobierno, y teme que el shock petrolero le dañe el muñeco. Tremendo error, con el empecinamiento se lastima el resto de la economía, incluyendo la estabilidad que cada véz se hace más ficticia, ó como dicen los economistas, es menos sostenible a medida que la sobrevaluación del peso se hace evidente y odiosa.

LA ESTABILIDAD NO ES UNA META

También equivocadamente el gobierno entiende que la estabilidad debe ser meta, que se le debe agradecer el que haya deplomado la inflación y que la tasa de cambio esté en veintinueve pesos. El piloto de un avión no puede pretender que los pasajeros lo aplaudan por el hecho de salir de una nube, porque evitó movimientos indeseados, los pasajeros entienden que es su responsabilidad fundamental llevarlos a puerto seguro. Pero también entienden que si se sale de una nube se podría entrar en otra, que eso no es tan importante, es el trayecto que necesariamente debe recorrerse para llegar al destino pre-fijado. Qué quiero decir? Que por igual, las economías entran y salen de situaciones de inestabilidad, y por ello los gobernantes no pueden pedir reconocimiento, el público exige avance en la solución de los problemas de desempleo, de falta de producción y de desigualdad social y económica.

Como la técnica del piloto para evitar las calles malas, el arte de la política monetaria es subir y bajar la cantidad de dinero en circulación, pero sin cometer excesos, para que la economía, como el avión, no se vaya a pique. Como el interés político del Presidente es que la tasa de cambio se mantenga por debajo de treinta pesos por uno, sin importar los ingresos que la sociedad pierda, ha hecho que el Banco Central se exceda en el uso de instrumentos poderosos, como la colocación de certificados de inversión y el manejo de las tasas de interés, y que a las pérdidas de ingresos se sumen otros costos no menos importantes provocados por la política monetaria. Me refiero al subsidio a las importaciones y al consumo de combustibles y de todos los productos, al consumo de electricidad y al pago de las deudas públicas. Como consecuencia, empeora el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, deterioro que es insostenible, porque de seguir el ritmo, no hay manera de financiarlo con entradas netas de capitales, hay que recordar que la política de tasa de interés del Banco Central consiste en mantenerla en el nivel más bajo posible, sólo para proteger el déficit cuasi-fiscal.

El consumidor y el productor le están diciendo al gobierno que se olvide de politiquería, que su responsabilidad es aumentar el potencial de la economía, que ese y no otro debe ser el objetivo de la política económica, sin confundirlo con la estabilidad como erróneamente lo hace el comité político del PLD. Si el período de gobierno finaliza y no se cambia el objetivo de la política pública, es lamentable decirlo, los políticos en el poder no tendrán méritos para reclamar nada, habrán desperdiciado la oportunidad en politiquería barata, en propaganda, en decir que me entregaron la administración de ésta y de aquella manera, así como lo hacen todos los nuevos gobiernos en los primeros tres meses, pero éste claramente ya se ha excedido en el tiempo.

Una evidencia de lo que decimos son los eslóganes manipuladores y violadores de pensamientos, que ya no tienen la seducción que tuvieron al inicio del gobierno, porque pasó la novedad, del deslumbramiento inicial se ha pasado al cansancio, sugiriéndole al gobierno un cambio en lo que hace en la economía. Pero cuál es la idea que el gobierno debería tener como norte? El conocimiento de que la producción potencial de la economía crece sólo si se tiene una política deliberada para aumentar el empleo y elevar la productividad del trabajador dominicano. El gobierno que lo haga cumple con su misión y puede reclamar méritos políticos.

EL CRECIMIENTO DEBE SER EL OBJETIVO DE LA POLITICA

Me hubiese gustado ver a un Presidente Fernández con iniciativas, olvidándo las posibles ganancias políticas de corto plazo y concentrándose en el bienestar de los dominicanos, lo que significa apostar por las ganancias políticas de largo plazo. Haciendo énfasis en una política económica que persiga aumentar la cantidad y la calidad de las inversiones de los empresarios privados, en la reorientación del gasto de inversión que se realiza con cargo al presupuesto, buscándo mejorar su calidad y dedicándo mayores recursos y atención a la educación a todos los niveles, para elevar el conocimiento de los trabajadores. Desde los clásicos Adams Smith, David Ricardo, Malthus, J.S. Mill, pasando por John M. Keynes y terminándo con los neoclásicos Robert Solow, Kaldor, Pasinetti, J. Tobin, se sabe que el crecimiento está condicionado al progreso tecnológico, a la inversión en capital físico y en el capital humano, lo que se logra con hechos, rompiendo esquemas viejos, no con discursos que todos conocemos por ser repetitivos en forma y contenido.

Para que la inversión privada aumente es necesario poner atención al ahorro que hace el público en el sistema bancario, al manejo del presupuesto para que genere excedentes ó para que el déficit se vaya reduciendo en el tiempo, y tener presente la influencia de la entrada neta de capital del exterior. Los dominicanos han tomado conciencia del ahorro, los bancos están llenos de depósitos, pero las autoridades monetarias lo desincentivan con tasa de interés real negativa, además de que tienen atado de pié y mano al sistema bancario, con un reglamento de evaluación de activos que sólo conduce a la desintermediación financiera. En cuanto a la ejecución del presupuesto, los subsidios cambiarios al consumo de electricidad, que se estima en quinientos millones de dólares en doce meses, limitan seriamente la posibilidad de que el sector público pueda ser una fuente de financiamiento de la inversión privada. En cuanto a la entrada neta de capital, el déficit comercial pasó de US$862 millones en enero-junio del 2004 a US$1,493 millones en el mismo período del 2005, si bien es una manera de financiar la actividad privada, es la menos deseable. El aumento del déficit en 73% es muy peligroso, demuestra además que es insostenible la política de inflación baja en base a un peso apreciado.

La inversión pública, que ha decrecido en forma alarmante en los últimos doce meses, porque se dejaron de ejecutar importantes proyectos de infraestructura, debió tener un comportamiento totalmente diferente. No se puede decir que el gobierno está maniatado por los déficits, ni siquiera por el FMI, porque en el presupuesto se aprobó un exceso de gasto (con relación a la recaudación estimada) de cinco mil millones de pesos, y no sólo no se ejecutó, sino que adicionalmente hubo un ahorro de seis mil millones de pesos, lo que pone en evidencia un serio problema de gerencia. En cuanto a la elevación de la educación del dominicano, el gasto sigue por el suelo, a pesar de los discursos que se lanzan al aire y que nunca aterrizan. No hay calidad en las escuelas públicas, no hay libros de textos que enseñen lo que se debe de manera competitiva, no hay mobiliarios, aulas, los profesores no tienen el nivel básico que se requiere, y como no hay presupuesto no se contratan a extranjeros. Los pobres de hoy seguirán siendo los pobres de mañana, y el número en aumento y también la diferencia con los ricos, y el gobierno del Presidente Fernández, que no ha sido el causante del problema, al final de su mandato será responsable por no haber limitado la desigualdad. 

Presidente Fernández, cambie la política pública, que es la culpable del colapso económico que Ud. aprecia. Estamos a tiempo.

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