AUSTIN, Texas, EE.UU. Nadie esperaba que Wendy Davis ganase, pero tampoco se anticipaba una derrota por paliza de la legisladora que había echado a volar la imaginación de los demócratas en Texas, el estado con la segunda población hispana más grande del país.
Davis sufrió una derrota aplastante frente al republicano Gregg Abbott, por uno de los márgenes más grandes registrados en las tres docenas de comicios del martes para gobernador en Estados Unidos.
Abbott tenía el 60% de las preferencias en la madrugada del miércoles. Fue un revés humillante para Davis y para Battleground Texas, la organización montada por los expertos que manejaron la campaña de reelección del presidente Barack Obama en el 2012.
Se esperaba que, por más que no alcanzase la gobernación, Davis ganaría terreno para los demócratas y los dejaría bien parados para el futuro en un estado donde el gobernador republicano saliente Rick Perry triunfó por 13 puntos porcentuales en el 2010.
Davis, sin embargo, cayó por un margen más amplio todavía, a pesar de haber recaudado más dinero que ningún otro candidato demócrata en el pasado, de ser una figura reconocida y de tener una compañera de fórmula hispana, Leticia Van de Putte, en el estado que más habitantes de origen latinoamericano tiene después de California.
Texas cuenta con casi 9,5 millones de hispanos y es superado solo por los 14 millones de California, según el censo nacional.
“Demócratas liberales de otros estados invadieron Texas diciendo que lo harían un estado azul (demócrata)”, afirmó el senador republicano Ted Cruz en los festejos de la victoria de Abbott.
“Los ciudadanos de Texas les dieron una respuesta clara: «no se metan con Texas”’. La derrota fue un baño de agua fría para los demócratas.
“Sé que están decepcionados”, dijo Davis en su residencia de Fort Worth tras el revés.
“Está bien sentirse decepcionado. Pero no desalentado, porque tenemos delante nuestro la oportunidad de forjar el estado que queremos”. Se pensaba que Davis necesitaría un apoyo masivo de las mujeres y los hispanos para tener alguna posibilidad.
Pero poco más de la mitad de los hispanos votaron por ella y los blancos se pronunciaron mayormente por Abbott. Una encuesta de la Associated Press y cadenas televisivas a boca de urna, por otro lado, indicó que Davis no ganó el voto femenino, al que le había apuntado específicamente.
Si bien ningún demócrata gana un cargo a nivel estatal en Texas en 20 años, parecía inconcebible hace 17 meses, cuando Davis alcanzó proyección nacional con una sonada maniobra dilatoria en la que habló sin parar por 13 horas para impedir la votación de una propuesta de ley que restringía el aborto, que no recuperasen terreno en estos comicios.
Davis, no obstante, tuvo problemas para fijar una estrategia y en su relación con la prensa, cambió de director de campaña en plena marcha y difundió avisos peligrosos, incluido uno en el que se destacaba el hecho de que Abbott se maneja en una silla de ruedas, el cual molestó incluso a muchos demócratas.
“Le tenía más fe a su campaña. Me decepcionó la cantidad de avisos negativos que usaron”, comentó Amy Chandler, empleada estatal de Austin que votó por Davis. “No le escuché decir demasiadas cosas positivas, las buenas ideas que tenía”.