Causa de un divorcio

Causa de un divorcio

Cuando nos encontramos aquella noche, me sorprendió el rostro entristecido y la   ostensible pérdida de peso de mi amigo.

Antes de que pudiera preguntarle sobre la causa de su deterioro físico y anímico, me informó que su esposa, con la cual llevaba apenas dos años de matrimonio, le había pedido el divorcio.

– Me botó de la casa como a un perro callejero con pulgas- dijo, aproximando los ojos al llanto.

– No puede ser que en tan corto tiempo, hayan dejado de quererse, pues recuerdo que se casaron muy enamorados- argumenté, dispuesto a ofrecerme como mediador.

Pero el hombre tomó la palabra, con la aceleración propia de aquellos que atraviesan una situación difícil.

– Parece que el único enamorado de los dos era yo, porque mientras ella ponía continuamente de manifiesto nuestras diferencias, hasta en conversaciones con extraños, para mí era algo normal, ya que no existen en el mundo dos personas que piensen y actúen igual.

Habló con la voz quebrada, y agachada la cabeza, como las de los  perros cuando los regaña el amo.

– ¿Cuáles eran las principales diferencias entre ustedes?- pregunté, invadido súbitamente por la curiosidad.

– Por ejemplo- respondió- yo soy sociable, fiestero y simpaticón, mientras ella es casi una ermitaña, a quien ni siquiera le gusta mucho salir de la casa; yo hablo más que el radio de un billetero en día de sorteo, y a ella la he visto permanecer en silencio durante horas en tertulias familiares. Y mientras me divierto un mundo con una bachata y un merengue, los cuales me ponen a mover los pies hasta sin pareja, a ella le encanta un sinfoneo, un betoveneo y un mozarteo. Hace poco fuimos a una tienda de discos, y mientras ella compró un par de sinfonías, no recuerdo de cuál compositor, adquirí por mi parte un disquito de Bienvenido Granda; entre las canciones que trae, figura una que se titula Boletera, que me recuerda a una trotacalles con la que me enllavé hace un lote de años. Y por esas diferencias, solo por ellas, rompió nuestra relación esa malvada.

Llamé a la esposa por teléfono, y cuando inicié la conversación, me cortó con presteza.

– Para ahorrarte el discurso, te diré que me voy a divorciar porque lo sorprendí acostado en nuestra cama con la sirvienta, ella desnuda, y él también sin nada encima, pues hasta el bigote se había afeitado.

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