Causa y efecto

Causa y efecto

 La ofensiva delictiva que motiva la percepción de inseguridad que tiene mucha gente no es un problema a resolverse únicamente por el lado de la represión.

Verlo de ese modo es simplificar de manera irresponsable la relación causa/efecto que ha venido a determinar esta situación, que tenemos que enfrentar de manera integral por todas sus aristas.

 Una vertiente del problema que no está siendo atacada como debería ser es la serie de factores que determinan la descomposición familiar, la pérdida de cohesión de la familia.

A esto hay que añadir la degradación de los valores morales que se deriva del creciente problema de la drogadicción, que induce al crimen en todas sus vertientes.

 Otra vertiente es la falta de oportunidades de desarrollo humano en un país con una abundante población joven.

Los índices de deserción escolar son una muestra de la falta de estímulo hacia la preparación académica.

 Añadamos a lo anterior la frustración que causa la mala calidad de determinados servicios públicos, como el suministro de energía eléctrica, falta de agua potable en los hogares y así por el estilo.

Y no excluyamos la frustración derivada del hecho de que durante muchos decenios los políticos han estado haciendo las mismas promesas de solución, pero los problemas continúan intactos.

II

Hay una vertiente de orden legal que no puede ser pasada por alto.

Mucha gente percibe, y no le falta razón, que el Código Procesal Penal hace más énfasis en los derechos de los inculpados que en los de las víctimas o agraviados.

 Mucha gente entiende que la Justicia es muy benigna con los delincuentes y que las pautas procesales, aún en casos de culpabilidad comprobada, tienen más presentes las prerrogativas del condenado que las calamidades del agraviado.

También de orden legal y con alta influencia en el auge de la criminalidad es el hecho de que en ciertos aspectos el Código del Menor virtualmente convierte en impunes a muchachos que actuaron con discernimiento al momento de cometer algún crimen.

Esa protección estimula en los menores la reincidencia y los convierte en presas apetecidas de mayores de edad que operan bandas delincuenciales.

III

Nos hemos ocupado de enumerar algunas de las causas que motivan la creciente ofensiva de la criminalidad.

El desafío a la ley y a la autoridad es más fuerte y persistente en la medida en que las instituciones y sus instrumentos se debilitan.

El auge de la criminalidad, por tanto, no es un asunto de simple policía, sino de falta de políticas sociales y económicas adecuadas para enfrentar las causas de este estado de cosas.

Es una simplificación absurda ver el problema únicamente desde el punto de vista represivo, que conciernen fundamentalmente a la Policía Nacional, el Ministerio Público y la Judicatura.

Nadie parece reparar en las causas que nos han conducido hasta esta encerrona, hasta un estado de inseguridad preocupante.

Atacar a una vendedora de periódicos o matar por robar un celular son vías de hecho con un patrón muy cargado de deterioro social y familiar. Dejemos de ser simplistas que el asunto es más complicado de lo que a simple vista parece.

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