Cavernas para recogimiento en Semana Santa

Cavernas para recogimiento en Semana Santa

Desde los principios del género humano las cavernas y cuevas naturales fueron sitios ideales para el recogimiento. Su imponencia monumenta, su oscuridad impenetrable, su silencioso interior y su “capacidad” de reducirnos a indefensos y temerosos seres, son características que imprimieron en la imaginación de los humanos un sentimiento de recogimiento espontáneo al encontrarnos en su interior.

A este sentimiento no escaparon ni santos como San Francisco de Asís, ni genios como Leonardo Da Vinci; el primero en busca de la más pura humildad, y el segundo en busca de “algo milagroso”, según sus propias palabras.

A las cuevas y cavernas destinaron culturas milenarias y otras no tan antiguas rituales centenarios, reuniones propiciatorias, actividades iniciáticas y encuentros mágicos solamente posibles bajo la influencia de la majestuosidad de las cavernas y su solidez de piedra.

Todas las religiones del mundo han mirado hacia las cuevas y cavernas con respeto. Incluso los movimientos mesiánicos, tanto los desaparecidos como los actuales, encontraron en las cuevas aposento a sus prácticas y respaldo a su influencia sobre sus seguidores, influencia que en el interior de una caverna pasa a magnificarse hasta el paroxismo.

En la República Dominicana las cuevas no solamente influyeron poderosamente en nuestros aborígenes, sino también en los diferentes grupos africanos traídos al Santo Domingo y Saint Domingue azucareros. Pero esta influencia y recogimiento no murieron con ellos, sino que aún se manifiestan en todas las cuevas que fueron utilizadas por éstos y que en la Semana Santa pueden ser visitadas para sentirlos.

Más visitadas

La Cueva de San Francisco, en Bánica, es todavía meca de visitación religiosa; la Cueva Iglesia de la Virgen de la Altagracia, en Loma de Cabrera, donde según sus seguidores habita Olivorio Mateo (Papá Liborio) y se realizan cultos a la Virgen; también la Cueva de la Jinagosa, en Pedernales.

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Cuevas religiosas

La Cueva de Seboruco, en San Juan de la Maguana, habitáculo de gran magnetismo casi en el mismo centro de la Isla; la Cueva de Los Patos, en Barahona, cuna del río más corto del país; la Cueva de Las Yayas, en Azua; la Cueva de Mana, en Baní, donde todavía se espera la resucitación de Bibiana de la Rosa; las Cuevas del Pomier, en San Cristóbal, donde nacieron la humanidad, el sol y la luna para nuestros Taínos; la Cueva de la Piedra Nueva, en Tamboril; la Cueva Hoyo de Sanabe, en Maimón, una cueva-hospital de magia y curación indígena; la Cueva del Último Cielo, en Bonao, último refugio de los dioses aborígenes; la Cueva de las Maravillas, en San Pedro de Macorís, templo del Dios de los Muertos para los Taínos; La Cueva Fun-Fun, en Hato Mayor, la cueva más larga del país.

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