Cavilaciones de un viejo en Cuaresma

Cavilaciones de un viejo en Cuaresma

Vivir, según entiendo, es asistir, diariamente, a una escuela de mejoramiento o perfeccionamiento personal.

Llega un momento en que uno deja de criticar a los demás para, acervamente, criticarse a uno mismo. Es el momento, no de dejar de ver la paja en el ojo ajeno, sino de prestarle más atención a la viga que tenemos en el nuestro.  Digo, la paja en el ojo del otro seguirá siendo parte de la realidad. Así que, seguiremos viéndola, a no ser que desertemos de la realidad. Lo que cambia, ahora, radicalmente, es nuestro modo de ver esta realidad.

No hablo de acusaciones. Ni siquiera de remordimientos, aunque puede haberlos, sino de revisión de conductas. Bueno, un poquito de remordimiento puede ser muy útil en estos días. El coro de la Altagracia (en Allapattah) está cantando en las misas esa bella canción de Roger Hernández, que a mí me conmueve.

«Todo lo poco que soy, yo te lo ofrezco,

todo el vacío que soy, yo te lo ofrezco,

todo el tiempo que perdí inútilmente,

buscando gloria sin ti, yo te lo ofrezco.

Todo el amor que manché con mi egoísmo,

todo lo que pude ser y que no he sido,

lo que yo pude salvar y se ha perdido,

lo pongo en tus manos inmensas pidiendo perdón.

Lo pongo en tus manos inmensas pidiendo perdón».

Un abrazo.

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