Cavilando sobre la resurrección de una izquierda 3.0

Cavilando sobre la resurrección de una izquierda 3.0

Ayer, cuando la humanidad repasaba sobre la vida, muerte y resurrección de Jesús, de quien Che aprendió a predicar con el ejemplo, estuve cavilando sobre si la izquierda dominicana puede animarse a llenar un vacío político en pleno proceso de conformación.

Ahora que las encuestas indican que el peledeísmo (PLD-FUPU) y el perredé caen por un abismo al que aún no se le divisa fondo, habría una oportunidad para que algunos nostálgicos reflexionen sobre la posibilidad de establecer un proyecto de izquierda.

Sería, en todo caso, una izquierda colocada en una visión totalmente diferente a las posiciones sostenidas en el pasado.

Posiciones que la llevaron a lograr talvez un par de regidores, con alianzas, en las municipales del 18/2, y a no tener una sola voz capaz de influir en la imaginación, los sueños, ilusiones y esperanzas de la gente.

Tendría que ser una izquierda democrática, que crea en el fortalecimiento de la institucionalidad republicana; que defienda y promueva las libertades públicas y los derechos sociales.

Cuyos dirigentes destaquen por sus ejemplos éticos y capacidad de articular propuestas que empujen el desarrollo de todas las potencialidades que tenemos como pueblo.

Que respete el derecho a la libre empresa, que acepte que con todos los defectos e injusticias, con la desigualdad con que azota al pueblo, es el único mejorable de los regímenes socioeconómicos.

Que defienda la democracia social, porque pese a sus limitaciones garantiza las libertades y derechos que son el mejor ambiente para que florezcan las ideas y todas las fortalezas que pueden expresar los individuos y las sociedades.

Tendría que ser una izquierda que supere definitivamente los vestigios del colonialismo ideológico que lleva a algunos a respaldar la invasión rusa a Ucrania, olvidados de que una de las más hermosas banderas defendidas a sangre y fuego en la lucha por la autodeterminación y la soberanía de los pueblos tuvo en Vietnam el más digno ejemplo para todos los revolucionarios del mundo.

Una izquierda que pueda elogiar la capacidad de los chinos de desatar a sus fuerzas productiva y avanzar en desarrollo contra la pobreza, pero no a cambio de sepultar las libertades y derechos del pueblo consagrados por el propio Mao en aquella proclamación de “Permitir que 100 flores florezcan y que cien escuelas de pensamiento compitan es la política de promover el progreso en las artes y de las ciencias y de una cultura socialista floreciente en nuestra tierra”.

O un colonialismo que en nombre de la izquierda justifique a Daniel Ortega y su mujer como dictadores de Nicaragua; que alabe a la dictadura que humilla y avergüenza al gran pueblo venezolano; o al fracaso penoso e indefendible -por sus hechos y resultados- de la fracasada experiencia cubana.

No, en esta era del conocimiento, una nueva izquierda dominicana tendría que ser 3.0, capaz de poner su talento y creatividad al servicio de la liberación de todas las potencialidades de nuestro pueblo.

Una izquierda que hoy, y de cara a las próximas elecciones legislativas y presidenciales, discierna con claridad que con Luis Abinader avanzamos y profundizamos los cambios y reformas iniciados, y que la mal llamada oposición FUPU, PLD y PRD representa sin la menor duda el retroceso, la corrupción, la impunidad y la erosión institucional.

Que entienda que junto a Luis hay que seguir moviendo las agujas del avance institucional, la estabilidad macroeconómica, social y política, para sentar las bases que nos ayuden a superar la desigualdad, la pobreza y el atraso.

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