Cayo Confites «la expedición que nunca llegó»

Cayo Confites «la expedición que nunca llegó»

“La expedición de Cayo Confites reunió a un puñado de actores principales de la historia latinoamericana. No se concretó en un desembarco, ni en el derrocamiento de la dictadura, pero sirvió para unir y definir las vidas de personajes como Fidel Castro, Rolando Masferrer, Juan Isidro Jiménes Grullón, Juan Bosch, Juancito Rodríguez, Pedro Mir, Genovevo Pérez, Manolo Castro, Ramón Grau San Martín, José Manuel Alemán, y más allá, las de Juan José Arevalo, Pepe Figueres y Rómulo Betancourt, entre otros”.

La revelación fue hecha por el historiador cubano Eliades Acosta Matos en una conferencia que dictó en el Archivo General de la Nación.

Agregó que el destino de los “confiteros”, fue variado, algunos terminaron actuando contra sus propios pueblos y al servicio de las dictaduras que quisieron un día combatir, pero la mayoría se mantuvo firme, y continuó la lucha.

Acosta Matos hizo un perfil de la personalidad de Trujillo, a quien definió como “experto en control y en golpes preventivos”, citó figuras que se plegaron a su régimen, sus relaciones con otros gobernantes represivos y la  primera oleada de sus opositores, así como los puntos escogidos para preparar aquellas expediciones contra la tiranía como Haití, Puerto Rico, Cuba, New York, Curazao y Jamaica.

Amplió informaciones sobre Cayo Confites, desde el reclutamiento iniciado el 15 de julio de 1947 en las oficinas del  Movimiento Revolucionario  Cubano (MSR).

Juan Rodríguez García, Rolando Masferrer, Ángel Morales, Eufemio Fernández, Manuel Calderón, José R. Alfonseca, Enrique Cotubanamá Henríquez, Gregorio García, Feliciano Maderne, Arístides Sarabía, Virgilio Mainardi, Rafael Mainardi, Alexis Liz, Luis Castillo, Manolo Castro, Luis Bordas, Cruz Alonso y Antonio Morales, fueron mencionados por Eliades Acosta, entre otros protagonistas de la histórica acción, que no se concretó y en la que hubo, según el distinguido historiador, “una elevada dosis de idealismo y pasión revolucionaria, pero también de ingenuidad, desconocimiento de la realidad nacional, pésimas estrategias militares y afanes protagónicos”.

Concluyó, admitiendo que “no es exagerado admitir que lo mejor que pudo suceder, al cabo de tan errática planeación de la expedición, y después de tan caótica concentración de elementos dispares entre sí, como los que se dieron cita en Cayo Confites, fue que no haya zarpado hacia su destino”.     

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