¿Dónde están?

¿Dónde están?

El doctor Roberto Rosario, presidente de la Junta Central Electoral (JCE), está en la obligación de ofrecer una explicación mas amplia, detallada y, sobre todo, convincente, sobre la renuncia de 3,000 técnicos justo la noche antes de las elecciones, pues esa deserción, que según algunos juristas constituye una violación a  la Ley Electoral sancionada  con prisión correccional de tres meses a un año, ha provocado grandes trastornos al proceso electoral. Y el espacio natural, idóneo,  para que el doctor Rosario ofrezca esas necesarias explicaciones en un organismo colegiado como la JCE, es el Pleno, tal y como acaba de sugerir su miembro  titular el doctor Eddy Olivares. Con esa propuesta también están de acuerdo los miembros  del organismo electoral José Angel Aquino, César  Féliz Féliz y Rosario Graciano de los Santos, que ayer declararon por separado que no les consta que se haya producido esas renuncias ni conocen detalles sobre las razones o circunstancias  que las habrían motivado, por lo que esperan que el Pleno conozca e investigue el caso. ¿Quiere decir entonces que esos tres mil técnicos  solo se comunicaron con el presidente de la JCE? ¿Le enviaron una carta? ¿Lo llamaron por teléfono? ¿Le pusieron un e-mail? ¿Cómo se puso de acuerdo tanta gente un día antes de las elecciones, como si se tratara de una acción coordinada y dirigida a boicotear o  incidentar el proceso? ¿Por qué no se ordenó una inmediata investigación de una acción tan sospechosa? ¿Por qué esos técnicos no han vuelto a dar señales de vida, como si se los hubiera tragado la tierra? ¿Cuáles son sus nombres? ¿Quién los contó? Son demasiadas preguntas y no hay una sola respuesta sobre la supuesta renuncia de esos tres mil técnicos, lo que hace mucho mas urgente todavía la explicación que se le requiere al doctor Rosario Márquez, a quien ha llegado el momento de recordarle un viejo refrán que de seguro conoce: para  decir mentiras y comer pescado, hay que tener mucho cuidado.

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