Cecilia, la poesía y los premios

Cecilia, la poesía y los premios

CHIQUI VICIOSO
Si de algo sirven los concursos nacionales de literatura, además de las premiaciones; de las pequeñas tormentas en vasos de agua que genera la lluvia de e.mails de los y las perdedores; y las equivocaciones de otrora afables escritores; es para la fructífera discusión, netamente literaria, que provocan sobre los géneros literarios.

En el caso de la poesía, lo que escucho me recuerda mucho los planteamientos (que suscribo) de la excelsa poeta carioca Cecilia Meireles, definida por el poeta nacional del Brasil Carlos Drummond de Andrade como «una Diosa, habitante eventual de la tierra.» De esos, resumo los siguientes por su vigencia frente al fragor de las batallas actuales.

1.-La filosofía lírica del o la poeta no es privilegiar lo confesional o lo elegiaco, sino mantenerse en un terreno de gran contención expresiva en el que la sugerencia siempre puede mas que el desborde emocional.

2.-Existen dos tipos de poesía: La subjetiva y la objetiva. La objetiva participa más de la naturaleza de la prosa. Representa nuestro conocimiento del mundo circundante, la verificación de aquello que mas cerca se encuentra de nosotros, y aun cuando sea lírica parte de nuestra inteligencia, y no de nuestro sentimiento.

3.-Esto significa que existen dos tipos de lírica. Una de la expresión y otra de la inteligencia. La de la inteligencia, al hacer uso de la «naturaleza de la prosa» aprovecha el repertorio de posibilidades líricas de la palabra coloquial y hablada.

4.-Ninguno de los dos tipos de lírica tiene su contrapartida en una burda postura libresca, sino en una diferente concepción de las fuentes indispensables para la construcción del mensaje poético, que empieza por reconocer que el exceso de interés por la forma llega a inutilizar la expresión poética y viceversa, impidiendo el nacimiento del poema perfecto, es decir ese donde forma y expresión tienen un ajuste exacto.

5.-Ese «ajuste exacto» se origina en la capacidad de trascender lo vivido, no como fuga del mundo terrenal, sino como reubicación frente al ámbito de la experiencia, facilitando su dramatización y composición y consolidando la conciencia estética.

6.-Como algo a evitar esta el énfasis de la poesía actual en el rebuscamiento de las palabras. «Aunque la palabra sea, decía Cecilia, un elemento de la poesía. Aunque sea el material propiamente dicho de la poesía, no es toda la poesía». El contenido de la palabra existe, pero un poema no es un amontonamiento de palabras poéticas.

7.-No entender que la palabra esta al servicio del poema, y no el poema al servicio de la palabra, puede conducir a un riesgo nefasto: La idolatría del lenguaje. Idolatría que conduce a un formalismo a ultranza que somete la expresión a la forma. Este énfasis sobre la palabra, nos advierte Cecilia, conduce a una desarticulación del poema.

¿Cuál es entonces, preguntaran ustedes, el arte de un/a poeta?

8.-Expresar la noción o sentimiento de transitoriedad de todo, a través de una «contemplación poética (yo diría ejercicio poético) afectuosa y participant», aunque suene contradictorio eso de participar de manera contemplativa. Sentimiento de transitoriedad que se transparenta en una vocación de vigilia, aunque conduzca a una poesía «impura», es decir donde puedan estar disasociados forma y expresión.

Concluyo estas reflexiones de Cecilia Meireles, nacidas a la luz de las últimas contiendas literarias, con este poema de la poeta, que se llama Levedad:

Leve es el pájaro:

Y su sombra voladora,
Más leve.

Y la cascada aérea
De su garganta, Más leve.
Y lo que recuerda, oyéndose
Deslizar su canto, Mas leve.
Y el deseo rápido
De ese antiguo instante,
Más leve.


Y la fuerza invisible
Del amargo viajero
Más leve.

Tan leves, y seguras de nosotras en nuestra levedad como el pájaro, retomamos el ejercicio de poetizar.

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